La Belladona
Una planta medicinal
Esta flor siempre ha estado rodeada por el misterio, desde sus efectos, ya sean positivos o negativos, hasta su etimología y su belleza natural. El nombre de esta flor de origen europeo, proviene del italiano 'bell donna' (bella mujer) y muestra la sensibilidad de los italianos en el arte de la seducción. En el lenguaje de las flores significa silencio, tal vez por el misterio que la rodea.
La belladona, que se encontraba habitualmente a los lados de los caminos, atrapaba la atención de niños y mujeres, que gustaban de los encantos de esta delicada y sugestiva flor, desconocidos hasta entonces.
La leyenda cuenta que en un remoto lugar, cierto hechicero trató con esta flor a una mujer enferma, provocando un estado de sueño profundo que se prolongó durante varios días. Al despertar, la mujer se mostró molesta por haber sido despojada de estado hipnótico, argumentado haber estado en lugares maravillosos, llenos de placeres y lujuria. Al darse a conocer esta experiencia se dispuso la prohibición de esta flor por considerar sus efectos como actos del demonio.
Incontables observaciones registradas desde el siglo pasado mostraron que en estado de excitación sexual la pupila se dilata. Los encuestados se habían sentido más atraídos por la mujer cuya sexualidad percibían inconscientemente como más estimulada. De alguna forma, esto lo habían intuido las mujeres de las cortes italianas de los siglos XVI al XVIII, las cuales, antes de los bailes de la nobleza, usaban la atropina de la belladona para dilatar sus pupilas y lucir así más atrayentes.
Una planta medicinal
Esta flor siempre ha estado rodeada por el misterio, desde sus efectos, ya sean positivos o negativos, hasta su etimología y su belleza natural. El nombre de esta flor de origen europeo, proviene del italiano 'bell donna' (bella mujer) y muestra la sensibilidad de los italianos en el arte de la seducción. En el lenguaje de las flores significa silencio, tal vez por el misterio que la rodea.
La belladona, que se encontraba habitualmente a los lados de los caminos, atrapaba la atención de niños y mujeres, que gustaban de los encantos de esta delicada y sugestiva flor, desconocidos hasta entonces.
La leyenda cuenta que en un remoto lugar, cierto hechicero trató con esta flor a una mujer enferma, provocando un estado de sueño profundo que se prolongó durante varios días. Al despertar, la mujer se mostró molesta por haber sido despojada de estado hipnótico, argumentado haber estado en lugares maravillosos, llenos de placeres y lujuria. Al darse a conocer esta experiencia se dispuso la prohibición de esta flor por considerar sus efectos como actos del demonio.
Incontables observaciones registradas desde el siglo pasado mostraron que en estado de excitación sexual la pupila se dilata. Los encuestados se habían sentido más atraídos por la mujer cuya sexualidad percibían inconscientemente como más estimulada. De alguna forma, esto lo habían intuido las mujeres de las cortes italianas de los siglos XVI al XVIII, las cuales, antes de los bailes de la nobleza, usaban la atropina de la belladona para dilatar sus pupilas y lucir así más atrayentes.