noviazgos
Acciones de Documento Anécdotas de antiguos noviazgos
INFORMANTE: Candelaria Ibáñez (La Ahumada, Tarifa, Cádiz)
RECOGIDO POR: Ana Mª Martínez y Juan Ignacio Pérez
Antes, los novios se intercambiaban los pañuelos bordados con la inicial, echaban un poquito de colonia y así se recordaban el uno a la otra, sobre todo porque sólo se veían de domingo en domingo. Mi madre le bordó a mi padre con punto de cruz esta frase al lado de dos pajaritos:
Ahí llevas mi corazón
dolorido y marchito,
a darte satisfacción
lo llevan dos pajaritos.
Una vez me contaron que uno se quedó dormido en casa de la novia, ¡vendría agotado de trabajar el pobre!, y claro, para que no hiciera nada raro cuando se despertara, los padres de ella lo amarraron con una cuerda. Cuando se despertó se encontró amarrado.
A otro que fue a casa de la novia lo sentaron en una silla de enea desfondada y, claro, le colgaba la melonilla. Entonces sintió que el gato de la novia se le acercaba y le rozaba por debajo de la silla. La novia se dio cuenta y se reía con lo que estaba pasando. Pero, al cabo del tiempo, las cosas no les fueron bien y se disgustaron. Y ella le echaba en cara que había estado en su casa pasando muchos días comiendo de lo que le daban, y le decía:
-Ahora, después de aprovecharte de mi familia, te vas, hombre ingrato.
Y él le contestó:
- ¿Hombre ingrato? Pues bien que te reías tú cuando me la meneaba el gato.
Acciones de Documento Anécdotas de antiguos noviazgos
INFORMANTE: Candelaria Ibáñez (La Ahumada, Tarifa, Cádiz)
RECOGIDO POR: Ana Mª Martínez y Juan Ignacio Pérez
Antes, los novios se intercambiaban los pañuelos bordados con la inicial, echaban un poquito de colonia y así se recordaban el uno a la otra, sobre todo porque sólo se veían de domingo en domingo. Mi madre le bordó a mi padre con punto de cruz esta frase al lado de dos pajaritos:
Ahí llevas mi corazón
dolorido y marchito,
a darte satisfacción
lo llevan dos pajaritos.
Una vez me contaron que uno se quedó dormido en casa de la novia, ¡vendría agotado de trabajar el pobre!, y claro, para que no hiciera nada raro cuando se despertara, los padres de ella lo amarraron con una cuerda. Cuando se despertó se encontró amarrado.
A otro que fue a casa de la novia lo sentaron en una silla de enea desfondada y, claro, le colgaba la melonilla. Entonces sintió que el gato de la novia se le acercaba y le rozaba por debajo de la silla. La novia se dio cuenta y se reía con lo que estaba pasando. Pero, al cabo del tiempo, las cosas no les fueron bien y se disgustaron. Y ella le echaba en cara que había estado en su casa pasando muchos días comiendo de lo que le daban, y le decía:
-Ahora, después de aprovecharte de mi familia, te vas, hombre ingrato.
Y él le contestó:
- ¿Hombre ingrato? Pues bien que te reías tú cuando me la meneaba el gato.