Escoge la mansedumbre:
Nada se gana por la fuerza. Si levantas tu voz, hazlo para alabar. Si aprietas los puños, hazlo para orar. Si haces una exigencia, haz que sea primero acerca de ti mismo.
Si consigues vivir según estos principios, recuesta esta
noche tu cabeza sobre tu almohada, ¡y que duermas bien! ¡Te lo mereces!