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LA NUEZ DE ARRIBA: Había una vez un niño que se llamaba Adolfito al que...

el presidente lo hizo” no es excusa.
“no inflamable” no es un desafio.
A nadie le gustan las palmadas en la espalda quemada.
A nadie le interesan mis calzoncillos.
Agregar “era broma” no permite insultar al director.
Arrojar bolas de pintura no es una forma de arte.

Había una vez un niño que se llamaba Adolfito al que no le gustaba la escuela, se peleaba con sus compañeritos, se aislaba en los recreos, y… aunque no llegaba a comprender por qué, el ESTABA SEGURO que no era igual al resto.
Luego de varias reuniones en su casita del árbol, con un par de chicos, llegó a tener ideas que le parecieron brillantes… las escribió en un cuaderno y se las mostró al profesor.
Adolfito no era un alumno brillante, sin embargo, logró conmover al profesor, a punto tal, que éste comentó la teoría de Adolfito a todos sus colegas, quiénes quedaron asombrados y, al poco tiempo comenzaron a reflexionar sobre el trato que el pasivo Director aplicaba sobre los alumnos.
Lo cierto es que Adolfito egresó del colegio y se “convirtió” en Adolfo, un hombre maduro y respetado. Obtuvo su merecido cargo de profesor emérito.
No obstante ello, ese nefasto Director comenzaba a perder terreno, ya que ni los profesores (con Adolfito a la cabeza) ni los alumnos, parecían sentirse identificados y, mucho menos aún, obligados a acatar sus órdenes.