LA NUEZ DE ARRIBA: CANUTO...

CANUTO
En todos nuestros pueblos se criaban algunos arbolillos frondosos y de un olor amargo. Se les cuidaba con cierta veneración porque a sus hojas y flores blancas se atribuían cualidades admirables contra los acatarramientos. Era el saúco. Pues bien, las ramas eran endebles y una médula blanca y blanca llenaba un amplio canalículo central. Se preparaba un trozo de rama de poco más de un palmo y se limpiaba de médula. Esto y un trozo de estopa húmeda o de papel mojado bastaba para tener una cerbatana: soplando con fuerza por un extremo por el otro salía disparado el bodoque. A veces, se preparaba con buena madera y a la medida un atascador que ahorraba el soplo e impulsaba la carga. Se jugaba pretendiendo el lanzamiento más lejano y, cómo no, para asustar a las chicas.