Para recordar el día de hoy por el polvo sahariano. Patinaban las aceras, y sobre ruedas también. Llovió un poco. Capa de 1mm y subiendo
Recostado perezosamente en un cerro al margen izquierdo del
río Arlanza, ofreciendo al visitante la visión del “mejor conjunto arquitectónico del siglo XVII en
España”, contra la
carretera Nacional I y sirviendo de enlace para otras
carreteras hacia
Palencia, Covarrubias o
Santo Domingo de Silos, cercano (y con
estación) al desaparecido ferrocarril “Directo
Madrid-
Burgos”, en terreno desigual y con densa
historia, encontramos a
LERMA, a 38 Km de Burgos. Están situados a su alrededor
Rabé de los Escuderos,
Revilla Cabriada,
Santa Inés,
Santillán,
Villalmanzo,
Santa Cecilia, Paules del
Agua y
Quintanilla de la Mata.
Aparece citado ya su nombre en el documento fundacional del Infantado de Covarrubias el 24 noviembre de 978, como “Lerma” 59. El Marqués de la Ensenada en su célebre Catastro recoge en 1752 las declaraciones de sus pobladores que afirmaron que pertenecían al señorío de la duquesa del Infantado.
Ya contaba en 1848 con 1198 habitantes, a tenor de lo que leemos en el Diccionario geográfico de Pascual Madoz, consecuencia de su pasada historia. Aumentó casi 1000 habitantes más a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, siguiendo la trayectoria de la inmensa mayoría de los
pueblos de la provincia y presentaba en 1900 un censo de 2180 personas. Siguió creciendo en la dura primera mitad del siglo XX y poblaban el lugar 2500 habitantes en el año 1950. El fenómeno migratorio se ha convertido para él en la segunda mitad del siglo de emigratorio en inmigratorio y están censados en el año 2000 un total de 2553 personas.
Hay restos que demuestran que estuvo poblada ya en la Edad del Bronce y en las sucesivas culturas. En el año 1148 el rey Alfonso VII le concede fueros y en 1335 su homónimo Alfonso XI le edifica una
muralla protectora.
En el año 1412 la villa queda vinculada a los Gómez Salazar, adelantados de Castilla, a los que los Reyes Católicos hacen condes en el año 1502. El tercero de estos condes, don Francisco de Sandoval y Rojas, llega a ser omnipotente válido del rey Felipe III, que le
da el título de duque, “el duque de Lerma”, título que permanece en la actualidad. Edifica un suntuoso
palacio –joya de la época– y restaurado ahora, ha sido convertido en
Parador Nacional, y una magnífica
Colegiata; derriba la muralla –1605– de la que sólo queda
el llamado
Arco de la Cárcel y dota a la Villa de todos los elementos necesarios para ser en muchas ocasiones Corte de España.
Hasta seis
conventos se asentaban en sus tierras