Hay una
escultura específica por la que la gente recuerde la
Colegiata de
San Pedro seguramente sería por la escultura orante de don Cristóbal de Rojas y Sandoval. Don Cristóbal de Rojas y Sandoval fue arzobispo de
Sevilla y tío del duque de
Lerma y como fue enterrado en la villa de Lerma, el duque de Lerma decidió trasladar en 1.608 la escultura de bronce a la Colegiata. Cuando se trasladó la figura a la Colegiata se construyó un pedestal para colocar la figura. En la figura, don Cristóbal de Rojas y Sandoval está orando, arrodillado y mirando al
altar mayor. Está vestido de pontifical y con una capa decorada con imágenes de la Transfiguración y de los Apóstoles. Lleva unos guantes que le cubren las manos aunque dejan ver muy poquito sus dedos. Un dato muy curioso es que esta escultura aparece como la de un hombre de menos años que los que tenía en el momento de su muerte y se aleja del rostro que se muestra en algunas pinturas antiguas. En el reclinatorio descansa un libro, el báculo y la mitra. Entre las grandes obras de la Colegiata, también se encuentran algunas pinturas muy conocidas que se siguen conservando intactas. En las paredes de la Colegiata hay varias pinturas del duque de Lerma, y dos de las más famosas son la que lo representa como
militar, pintado por Pantoja de la
Cruz, y la que lo representa como cardenal, de Diego Rodrí. Aunque la Colegiata se mantiene muy bien desde su construcción, ha pasado algunos sustos que han podido hacer peligrar su buen estado por diferentes motivos que han dado lugar a diferentes reconstrucciones arquitectónicas.