En un pequeño altozano que se levanta en el extrarradio de la localidad de
Los Barrios de Bureba se puede admirar una de las construcciones más singulares de todo el
románico burgalés. Su originalidad radica en que lo único que queda del templo primitivo es su cabecera o
ábside.
Situada a la vera de la
carretera, el inconfundible perfil de esta
ermita consagrada bajo la advocación de
San Fagún se ve reforzado por la
espadaña de cuatro vanos que se alza sobre el
arco triunfal de la antigua
iglesia. En el exterior de la ermita se puede leer una inscripción que ilustra sobre la fecha de su edificación: el año 1181 de
la era cristiana.
Unos sencillos
canecillos decoran el
alero del
tejado. En su iconografía se alternan los dobles y triples modillones, distintos animales —
cerdos, bóvidos, conejos— y cabezas humanas. Entre estas últimas llama la atención una que muestra gruesos labios. La imposta, con forma de doble nacela, que recorre el exterior del ábside a la altura del umbral de las
ventanas ha ayudado a los expertos a confirmar la datación de este templo burebano en el último cuarto del siglo XII.