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No importa el desenfoque, la reconocería entre miles, ninguna otra iglesia participa de ese inconmensurable e interminable ir de las espesas nubes sobre el el relieve de su paisaje, dejando tras ellas el gran espectáculo de luces y sombras que hace que jamás un día sea igual al anterior. Cuando la miro, puedo sentir el olor a trigo recién segado y el calor del mismo cuando me tumbo sobre él, al tiempo voy serenandome al contemplar durante horas allí, en el horizonte, donde en el campo de trigo se encuentra con el cielo sin ser interrumpido por nada. Ahora volver a mirar la foto y quizá descubriréis algo mas que un una foto desenfocada... Las cosas que son realmente hermosas, nunca salen en las fotos.