Aunque no es un dato demasiado conocido, hace ya varias décadas que un labrador se animó a probar con el cultivo de lavanda en la localidad de Villoviado, cercana a Lerma, como medio para diversificar el tradicional cereal. Al parecer el cultivo de lavanda se adapta bastante bien a nuestro entorno de suelos calizos y más bien secos, con
inviernos fríos.
Con el paso de los años la explotación se ha ido consolidando lentamente, sin dejar de ser muy minoritaria. A las
fincas de Villoviado se han sumado otras en las cercanías, como en los
pueblos de Castrillo Solarana y
Mecerreyes. Una
familia centraliza la recogida, realizando un primer destilado en sus instalaciones antes de exportarlo a
Francia.
Como los entresijos del cultivo de la lavanda superan nuestros conocimientos, nos limitaremos a disfrutar de las bellas estampas que forman en nuestro
paisaje castellano. Supongo que estamos aún muy lejos de pensar en un turismo de la Lavanda, como en la conocida comarca francesa de La Provenza.
En principio la mejor época para visitar los
campo de Lavanda del Arlanza es a finales de Julio, pero lo mejor es informarse con gente de la zona, ya que varía en función de la climatología (y en años como este aún más).