Asomado a la cima del cerro de La
Picota, desde donde se domina el
puente sobre el Ebro y la ciudad, existen los restos del antiguo
Castillo de
Miranda de Ebro.
Muchos viajeros que pasaron por la ciudad a lo largo de la
historia nos hablan de su existencia: Jovellanos, Madoz, Mellado, Valverde, Amador de los
Rios, Sáez... entre ellos Madame D’Aulnoy en 1681 dice “se ve sobre lo alto de un
monte el castillo con varias
torres”.
Los orígenes de la construcción de un Castillo en el cerro de La Picota se remontan a mediados del siglo XIV, en 1358 el Obispado de Calahorra cede al Conde Don Tello, señor de
Vizcaya, y hermanastro de Pedro I el Cruel, el terreno que ocupaba la
iglesia de
Santa María en La Picota para levantar sobre ella un castillo que defendiese la ciudad.
Pero no será hasta un siglo después, en 1449, cuando Pedro Sarmiento, conde de Salinas, ocupe la villa y obligue a los mirandeses a demoler la vieja iglesia de Santa María y bajar la
piedra al llano para iniciar entre sus muros la construcción de una fortaleza con el fin de intentar hacerse con el control del
comercio de la sal; pero un
ejercito mandado desde
Burgos recupera la villa y no se llegará a construir la fortaleza. Unos años después el hijo de Pedro, Diego Sarmiento, volverá a apoderarse de la villa y esta vez convertirá, “con muchos e fuertes hedeficios de torres e cubos e almenas e barbacanas e cabas”, la iglesia de Santa María en Fortaleza utilizando sus
capillas como establos y profanando las sepulturas para construir los cimientos del
edificio. La fortaleza ya estaba construida para finales de la década de los ochenta del siglo XV y desde ella se logró dominar el paso del Ebro.
Hasta el siglo XVIII el Castillo será propiedad de los Duque de Híjar que habían emparentado con los Sarmiento y en 1772 por una sentencia de la Chancillería de
Valladolid pasa a ser patrimonio de la Corona.
Las referencias al Castillo en las
fuentes documentales durante este periodo son muy numerosas: derrumbes, reparaciones, herencias, lugar de presidio y acuartelamiento, pero su deterioro es enorme pues había desaparecido su función
militar y desde 1780 se utiliza como
granero y
corral.
Nuevamente en el siglo XIX vuelve a ser ocupado por las tropas. Durante la Guerra de la Independencia, lo utilizaron los franceses quienes lo remodelarán y lo destruirán en su retirada. Con el Trienio Liberal (1820-1823) y las Guerras Carlistas volvió a cumplir su función, siendo reconstruido pues fue Cuartel General del Ejercito Isabelino. Tras la tercera Guerra Carlista volvió a quedar abandonado y se fue deteriorando progresivamente.
En 1897 el Estado lo saca a pública subasta siendo adquirido por el
Ayuntamiento mirandés, pero a consecuencia de la
ruina que amenazaba al edificio el consistorio acordó su demolición parcial en 1903. Unos años más tarde, en 1913, sobre el solar en que se asentaba el castillo se construyeron los depósitos de
agua que servirán para abastecer al vecindario.
Del antiguo Castillo se conservan un amplio tramo de
muralla de la cara este y varios tramos de la muralla, dos
torreones y un contrafuerte, todo ello en su cara norte.
Desde hace varios años se viene trabajando en la puesta en valor de este elemento patrimonial declarado Bien de Interés Cultural en 1949.
La preocupación del Ayuntamiento por este elemento, que hasta épocas recientes había pasado desapercibido para los mirandeses que prácticamente ignoraban su existencia, es antigua. Ya en 1986 la recién creada
Escuela Taller ejecutó algunos trabajos de acondicionamiento sobre las estructuras visibles del Castillo, en concreto sobre su Lienzo Norte, despejando de vegetación los muros y poniendo de manifiesto las características defensivas de esta fortaleza.
Los historiadores que se han ocupado de contarnos la historia de la localidad también han contribuido a destacar la importancia del Castillo y entre los trabajos publicados sobresale un artículo publicado en 1999 por Carlos Diez y Alberto Otal que glosa la mayor parte de los avatares por los que la fortaleza había pasado en sus más de 500 años de existencia y entre la documentación recopilada figuraban planos que mostraban como era el Castillo a mediados del siglo XIX.
En el año 2004 se procedió a la limpieza, consolidación y adecuación de los restos del Castillo visibles desde la ciudad, que una vez iluminados proporcionaron unas interesantes perspectivas y un renacimiento de la evidencia de su existencia y de un interés por su recuperación. Dentro del conjunto de actuaciones para la recuperación del Castillo de Miranda de Ebro se han realizado diversos trabajos integrados en el proyecto "Urban Miranda" cofinanciadas por los fondos FEDER europeos.