La
historia de
Miranda de Ebro (
España) se puede dividir en tres fases claramente marcadas. En la primera etapa, que va desde la Prehistoria hasta el siglo XI, distintas civilizaciones habitaron el término municipal, hasta que Alfonso VI de
León otorgó a la villa un fuero de repoblación en 1099. En la segunda, que empieza en el siglo XI y acaba en el siglo XIX, Miranda de Ebro se consolidó como punto estratégico y se fue desarrollando lentamente con diversas construcciones importantes. En la tercera fase, que comienza en el siglo XIX con la llegada del ferrocarril, Miranda de Ebro pasó de ser un
pueblo agrícola a convertirse en una gran ciudad industrial, con un gran aumento de la actividad comercial e industrial y de la población.
El
puente de Carlos III es un puente en Miranda de Ebro (España) que cruza el
río Ebro, entre Aquende y Allende. Se sitúa entre los
puentes llamados "del inglés" o "de hierro" y "del francés". El puente original de Miranda fue destruido por una fortísima riada en 1775. Era un punto estratégico en el norte del país siendo un paso obligado del Ebro bajo peaje.
Junto al puente, en la orilla de Allende, se encuentra la
iglesia del Espíritu
Santo (hasta la Guerra Civil Española se llamaba iglesia de
San Nicolás), un bello ejemplo de
arte románico declarado
Monumento Histórico
Artístico.
Por este puente pasó la
carretera Nacional I hasta 1953.
Actual puente de Carlos III
Miranda necesitaba un nuevo puente tras la devastadora riada y el Concejo se puso inmediatamente en contacto con la corte para gestionar la construcción de uno nuevo. El arquitecto elegido fue el riojano Francisco Alejo de Aranguren que, con ayuda del cantabro Pedro del Mazo, se encargó de la construcción del puente y de las manguardias.
Las obras comenzaron aquel mismo año, un poco más arriba de la ubicación del antiguo puente, y terminaron en un tiempo record, en 1777 el puente ya estaba listo aunque no fue oficialmente inaugurado hasta 1780. En la entrada de Allende se colocaron dos leones esculpidos por el artista alavés Juan Antonio de Moraza en 1787. Uno de los leones sujeta el
escudo real mientras que el otro sostiene el de la Ciudad.
El puente de Carlos III consta de seis arcadas de
piedra de sillería que arrancan de cinco
pilas a media altura. Cuenta con tajamares semicirculares y apuntados para disminuir el impacto de las
aguas. Federico Keller llevó a cabo una reforma en 1911 dotando al puente de aceras y barandilla de fundición, también cambió de lugar los leones colocándoles en el centro del puente. Hasta 1953, el puente soportaba el intenso tráfico de la carretera Nacional I.
La última reforma llevada a cabo entre 2005 y 2006 fue especialmente polémica por la incorporación de unas nuevas barandillas de acero corten junto con unos faldones del mismo material. En esta reforma se aprovechó para semipeatonalizar el puente.