Pues si, es verdad. Aquel maestro, don José, era toda una institución en
San Quirce después de tantos años ejerciendo la enseñanza en el
pueblo. Yo le conocí en sus últimos años de actividad, antes de jubilarse, pues tras su marcha conocí a dos más, Donato y Jaime. Luego, al cabo de los años, tuve la oportunidad y la satisfacción de conversar con él alguna vez en Santander, donde ambos viviamos. Pero era su mujer, doña Aquilina, la que ejercía un control absoluto sobre los chicos en edad escolar
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