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Monasterio de Nuestra Señora de los Lirios de Alveinte Vista de las ruinas, MONASTERIO DE LA SIERRA

Convento franciscano fundado por Fray Lope de Salinas en el 1440 sobre los restos de un monasterio anterior y patrocinado por don Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro. Se encuentra en un recóndito valle de la sierra de la Demanda. Durante la Guerra de la Independencia sirvió de refugio a la Junta Provincial de Defensa de Burgos y al cura Merino. Fue saqueado e incendiado por las tropas francesas en 1810. Abandonado en 1835. A principios del XX los muros fueron barrenados para utilizar su piedra en la construcción de una central eléctrica cercana.
Del monasterio ya sólo queda la iglesia, de reducidas dimensiones, y una pared de un edificio. Se conservan unos cuantos muros y la cabecera de la iglesia, dónde permanece una bóveda de crucería y varios ventanales de gótico florido. En total abandono. Deterioro y ruina progresiva por abandono, las inclemencias y la vegetación que lo invade. Sometido a expolio.

El Monasterio de Nuestra Señora de los Lirios de Alveinte está ubicado en uno de esos lugares recónditos y míticos de la provincia de Burgos, llenos de melancolía y misterio. Leyenda y realidad se confunde al intentar vislumbrar el origen de este monasterio; al que algunos atribuyen una fundación Templaria. En todo caso el monasterio que hoy vemos fue fundado en los primeros años del siglo XV.

Orígenes
El monumento, que albergó durante siglos a monjes franciscanos, fue fundado por fray Lope de Salinas en 1440 sobre los restos de un antiguo edificio que tenía la misma utilidad. Su construcción fue patrocinada por don Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro. El fundador decide ubicarlo en un lugar solitario, inhóspito y alejado de cualquier población, con el fin de que fuera el sitio ideal para la oración, penitencia y para la dedicación completa a Dios, en consonancia con los ideales de San Francisco de Asís.

Ruinas del convento
Refugio de la Junta Provincial de Defensa de Burgos y del cura Merino durante la Guerra de la Independencia fue saqueado e incendiado por las tropas francesas en 1810. Fue abandonado en 1835. A principios del siglo XX los muros fueron barrenados para utilizar su piedra en la construcción de una central eléctrica cercana, cuyo canal discurre entre el monasterio y las tenadas situadas junto al río Arlanza. La construcción y periodo de mayor bonanza del monasterio parece coincidir con la vida del fundador. Los sucesores no mostraron gran interés por el lugar y es tradición popular que a este monasterio eran enviados como castigo los monjes más díscolos e indisciplinados. De ahí eso de:

"fraile, ¿qué hiciste?, ¿que a Alveinte viniste?".

Ruinas del interior del convento
Y así pareció discurrir la cronología del monasterio sin mayores notas de interés. Ya en su agonía fue uno de los refugios del Cura Merino durante la guerra de la Independencia, y por ello sería incendiado por los franceses. Con la desamortización de 1835 vendría el fin de su ocupación. A principios del XX sus muros fueron volados para utilizar la piedra en una central hidroeléctrica cercana.

Estado de conservación

En total abandono, se conservan unos cuantos muros y la cabecera de la iglesia, dónde permanece una bóveda de crucería y varios ventanales de gótico florido. De él se conservan tallas medievales como la Virgen de los Lirios o el Cristo de las Matas. Pero la llegada de la Edad Contemporánea cambió para siempre los destinos del monumento.

Durante la Guerra de Independencia, el edificio sirvió de cobijo al Cura Merino y fue saqueado por las tropas Napoleónicas. No obstante, el principio del fin del cenobio fue la desamortización dictada en 1835 por Juan Álvarez Mendizábal, por la que los bienes monacales fueron expropiados y puestos a la venta.