Montejo de San Miguel es una cuidada localidad del municipio burgalés de
Valle de Tobalina, situada al norte de la provincia de
Burgos, en el área centro-meridional del Valle, en la falda del
monte que le da el nombre, en la comarca de Las Merindades.
La referencia documental más antigua de este lugar es del año 1084, cuando García Fortuniones y sus hermanas donaron al
Monasterio de San Salvador de Oña, “el nuestro monasterio, que fue de nuestros auuelos, el que llaman Sant Miguel”.
Montejo de San Miguel fue denominado Montego de Sancto Petro en un documento oniense de 1177 o también San Miguel de Montejo en siglo XIV. El apellido de San Miguel le viene del antiguo monasterio, en cuyas
ruinas se reedificó una
ermita, también llamada de San Miguel, que conserva restos románicos y entre ellos una inscripción del año 1148.
Núcleo de cierta entidad, es el conjunto urbano mejor conservado del Valle debido a la labor de sus vecinos. Alcanzó su mayor esplendor en los siglos XVI y XVII debido a las fortunas hechas en América. Existiendo todavía varias casonas del siglo XIX denominadas
Casas de Indianos, que destacan por sus grandes dimensiones y sus balconadas acristaladas.
Su
iglesia dedicada a San Pedro, reedificada el 1831, es una sólida construcción de sillería con
cúpula en el crucero y una
torre campanario que sorprende por su altura. En el interior cuenta con un buen
retablo barroco presidido por la imagen de San Pedro.
Destacar el
cementerio, construido a mediados del XIX, donde destacan las
capillas o mausoleos de las
familias Robador y Val Ortiz de
Valderrama.
A la iniciativa de unos vecinos se debe un extraordinario
museo etnográfico y de maquinaria agrícola en el que se puede contemplar todo tipo de maquinaria utilizada con anterioridad a la mecanización de mediados del siglo XX.