Con un giro de cuello parece buscar la luz de entrada aunque más bien, en su origen, es como un anónimo del Pantócrato
románico y gradioso.
En mi opinión aporta, como perdido y a la izquierda, la sonrisa en no se qué paraíso perdido y me recuerda un edén no bíblico ante la severidad secuenciada de lo que sucede en las arquivoltas.
Desde mi infancia me llamó la atenión, como todo lo demás. Y me alegró retratarlo este
verano durante el
bautizo. ¡Hey!
Debió ser una de las muchas notas ladinas del maestro.