Según un reciente estudio, los árboles centenarios han sido capaces de adaptarse durante décadas a todo tipo de cambios climáticas y su supervivencia queda reflejada en sus troncos retorcidos y en las cicatrices de su corteza.
Con más de 500 años de existencia, estos pinos albares burgaleses que crecen a casi 1.800 metros de altitud, en el espectacular paraje de Las Calderas de la vertiente meridional de la sierra de Neila, son buena prueba de ello.