Fue el lugar elegido por la Orden del Temple para construir el convento y Hospital de san Albín, que protegía a los peregrinos del Camino de Santiago, que llegaban por la ruta alternativa que pasaba por san Martín de Elines y Santa María de Cervatos, y el que desgraciadamente no se conserva. Es una villa con calles escalonadas, flores en las terrazas, solanas de madera donde tender la ropa.