El
monumento funerario que se atisba a la entrada en el
ábside es de los protectores y restauradores del
monasterio, don Garci Fernández Manríquez, su esposa, Teresa Zúñiga, y su hijo Pedro Fernández Manríquez y Zúñiga. Cuando enviudó Doña Teresa fue monja del monasterio, refiere la monja que hace de guía. Son tallas en
nogal realizadas en el siglo XIV.