Al otro lado de la plaza se alza la iglesia de Santa Ana, del siglo XVI, que cuenta con una portada barroca del XVIII y fue antigua colegiata. Su retablo mayor es una obra neoclásica que contiene la representación de la santa titular del templo realizada por Alfonso G. Bergaz. Un relicario celosamente custodiado conserva aquí el corazón de Cipriano de Portocarrero, conde de Montijo, padre que fue de Eugenia, la mujer que llegaría a ser emperatriz de Francia. Parece ser que este inusual depósito no ... (ver texto completo)