Yo me imagino la infancia de Félix Rodríguez de la Fuente en aquella época que le tocó vivir por los años 30 en Poza de la Sal, no muy diferente a la de otros chavales de cualquier otro pueblo de la región. Sólo que él se dejó influenciar de una manera determinante por las características tan especiales de Poza con sus Salinas, su orografía que como parte de la Bureba está comunicado con el Páramo de Masa, y sobre todo por el encanto de las ruinas del Castillo que yo me imagino en aquella época como un excelente sitio de anidación de muchas aves rapaces que fueron objeto de la curiosidad infantil de quien con el tiempo se convertiría en el naturalista que hoy admiramos. Saludos. Alvaro Ruiz