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Torre del Telégrafo Óptico, PRADANOS DE BUREBA

Hasta mediados del siglo XIX el medio mas rápido de enviar un mensaje era mediante un correo a caballo. Este era capaz de hacer llegar una misiva entre Madrid y la frontera con Francia en tan solo 50 horas, con un buen servicio de relevos de caballerias dispuesto a pie del Camino Real.
El envío de mensajes era potestad casi exclusiva de la aristocracía y realeza, que ostentaban el poder civil y militar. La agilidad de estos envíos daba ventaja de cara a tomar decisiones estratégicas y militares, por lo que se buscaba una manera de hacerlos aún mas rápidos. Esto se consiguió por medio del telégrafo óptico diseñado por Mathé, cuya primera linea en funcionamiento denominada Linea de Castilla, en 1.846 enlazó Madrid con Irún mediante 52 torres-fuertes separadas entre si de dos a tres leguas, de 10 a 15 km.
Estas se ubicaron extratégicamente en cerros visibles entre si y con el horizonte como fondo. Sobre ellas se instaló un sistema mástiles y poleas que manejaban los militares torreros, por un sistema de claves secretas que hacia indescifrable el mensaje hasta su llegada a destino.
El sistema con buenas condiciones meteorológicas era capaza de hacer llegar un mensaje entre Irún y la corte en menos de dos horas lo cual representaba un avance extraordinario sobre la Posta.

La vida de los torreros era muy sacrificada, encerrados en esa mazmorra y constantemente pendientes desde el alba al anochecer de cualquier mensaje a trasmitir. Cada torre la componían tres o cuatro torreros, unos atentos a los anteojos enfocados a la torre anterior y posterior y otro manejando el sistema de poleas. Si el tiempo impedía la visión con una torre hacian el recorrido hasta esta con los codigos a pie o caballo.
La vida activa de estas torres fué efímera, para suerte de estos torreros. Tras ocho años desde su puesta en funcionamiento, en 1.854, con la llegada del ferrocarril, se pone en funcionamiento la linea telegráfica eléctrica entre Madrid e Irún, de aplastante ventaja sobre el telégrafo óptico que de inmediato se dejo de utilizar y con su abandono empezó su ruina.
En Burgos había una en el castillo que desapareció. La siguiente hacia el norte estaba en un cerro sobre Rubena, igualmente desaparecida. Esta enlazaba con la de la Brújula, en el cerro mas alto de este monte hoy cubierto de pinos. También despareció tras un incendio. Esta enlazaba con la de Prádanos de la que distaba casi tres leguas. Mas al norte se hallaba la de Grisaleña, desmontada al trazar la autopista y cuyas piedras estan al borde de un camino. La siguiente estaba en la ladera de Pancorbo, entre las fortalezas de Santa Engracia y el de Santa Marta, hoy es una montonera de piedras. La siguiente es otra de las pocas supervivientes, la de Ameyugo, a la izquierda antes de llegar a Miranda.
Varias de estas torres se han restaurado y son interesantes centros de divulgación y conocimiento de la historia reciente.
(1993)