El
río Nela, con la paciencia y tenacidad que caracteriza a las obras de la
naturaleza, ha excavado a lo largo de millones de años un fantástico
arco natural a través de la
roca. Lo que el río hizo para continuar su
camino hacia el Ebro, el hombre lo aprovechó para quedarse allí y crear un conjunto urbano de extravagante belleza, en el que resaltan la
torre-
palacio de los
Brizuela y la
iglesia de
San Pelayo, con restos románicos. Las gentes que poblaron estas tierras no dudaron en atribuir la grandiosidad de esta obra al mismo Dios, por lo que el
pueblo que nació y creció sobre tan fabulosa obra se llamó
Puente Dei, es decir Puente de Dios.