En 1835, corriendo tiempos desamortizadores, los premostratenses fueron expulsados del lugar y durante un periodo de treinta años el
monasterio quedaría abandonado hasta que en 1866, en una nueva etapa de espiritualidad, se establecieron en él los Padres Agustinos de
Valladolid, con los que, nuevamente, florecería
Santa María de
la Vid, consagrada ahora a la labor de noviciado y formación de los misioneros agustinos que habrían luego de desarrollar una fecunda labor en tierras de Filipinas y América
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