SU SORPRESA
ROMÁNICA
En el límite entre la Merindad de
Río Ubierna y la comarca de La Bureba, rodeado de un llamativo y erosionado
paisaje que anuncia la proximidad del
Valle de las Navas se localiza
pueblo de
Quintanarruz. Sobre su solitario
caserío se alzan los macizos volúmenes románicos de la
iglesia de
Santa Leocadia. En su bien conservada
fábrica de finales del siglo XII destacan el
ábside semicircular y la amplia
portada meridional.
El templo se asienta sobre el modesto cerro que preside la localidad y consta de una única nave de cuatro tramos, rematada en su cabecera con el clásico ábside semicircular y con una amplia portada practicada en su
fachada meridional. Mientras en la construcción del ábside se utilizaron buenos sillares de arenisca dorada, el resto del templo fue ejecutado en una más tosca
piedra procedente de los páramos.
En el ábside, dividido en tres lienzos mediante elevadas pilastras rematadas por cortas semicolumnas, son bien visibles los rasgos arquitectónicos propios de la
escuela de La Bureba. También muestra influencias decorativas provenientes del influyente foco de
San Pedro de Tejada.
En los
canecillos que decoran la cornisa del ábside se alternan los motivos geométricos —nacelas, bezantes y
rollos— con los vegetales y figurativos: jabalí, serpientes retorcidas y un barrilillo.
El elemento más señalado de la iglesia de Quintanarruz es la portada abierta en un marcado antecuerpo de su fachada meridional. Sus siete arquivoltas, profusamente decoradas con elementos geométricos y vegetales, son las responsables de su efectivo abocinamiento.
Cómo llegar
Hay que salir de
Burgos por la
carretera de Santander, N-623, y a la altura de Sotopalacios desviarse por la C-629 con dirección a Villarcayo. Después de pasar por
Peñahorada y poco antes de entrar en
Hontomín se descubre, a mano derecha, la desviación que enfila al encuentro de Quintanarruz. El interior de la iglesia se puede visitar los domingos por la mañana contactando con el alcalde o con algún vecino que guarda la llave.