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Restos del castillo, REBOLLEDO DE LA TORRE

El castillo de Rebolledo es una torre de presura, es decir, de ocupación del territorio en la época altomedieval, sistema poco estudiado. Los primeros datos que esas catas han sacado a la luz, gracias a la estratigrafía, ponen de manifiesto que estamos ante una ocupación continua desde, al menos el siglo XII -no descartando incluso, que sea anterior-, hasta nuestros días, desde niveles fundacionales asociados con la función defensiva inherente al edificio, hasta niveles contemporáneos vinculados a actividades agropecuarias. Se ha documentado el proceso constructivo con sucesivas reparaciones a lo largo de los siglos, parte del sistema de drenaje rupestre y canalizaciones hacia el exterior, las estructuras que componen un paso elevado de acceso sobre los fosos junto a una rampa posterior adosada a la muralla.

Es uno de los mejor conservados de la zona norte, con la mitad de los fosos intactos, y los muros y la torre de mampostería en pie, aunque se desconoce si esa torre estaba almenada. Lo que si es seguro es que constaba de cuatro plantas, porque hay canes en las paredes que así lo atestiguan. Además, en la torre, de unos 20 metros, se han descubierto cuatro niveles de suelo hechos de gravas y mortero apinosados, sobre roca, sistema de construcción muy pobre, que ayudan a datar su existencia en la Alta Edad Media.

La Torre asentada sobre una gastada roca de arenisca que man­tiene los lienzos inestables, a cierta altura del suelo. Es un prisma de 10 por 7,65 metros de lado con un espe­sor en los muros de 1,20 metros. La puerta es muy pe­queña (sólo tiene 0,90 cms. de luz), de arco de medio punto. Pueden verse en los paramentos escasas saeteras, algún vano de arco apuntado, un ajimez al Este y una ventanita posterior de arco falso rebajado, junto al ingreso, a la que se asciende por patín. Dicha cerca ha de­bido de perder altura, ya que hoy día no tiene almenas. Es toda de regular mampostería. En algún punto las la­jas están colocadas a tizón.

Los dos fosos que protegían las partes más débiles, Norte y Oeste, se aprecian aún perfectamente. Uno de los principales descubrimientos ha sido el foso este, que se pensaba arrasado y sin estructura visible. Sin embargo, se ha documentado la presencia de un foso de más de 3 metros de profundidad respecto al nivel arrasado, que podría haber alcanzado una profundidad de 5 a 6 metros desde el contrafoso.

La intervención arqueológica en esta primera fase se ha realizado en tres sectores: en el interior de la torre, con dos sondeos cubriendo el 50% del espacio de la misma; en la conexión de ésta con el acceso al recinto amurallado, con tres sondeos, y en el foso este, además de una trinchera en la zona más arrasada y que se ha convertido con el paso de los años en un espacio donde se han ido acumulando escombros, pero donde también se ha descubierto un foso.

No se conservan almenas, excepto en las esquinas, en que destaca el sillarejo, el resto es de mampostería, en la que predomina la toba. Interiormente se aprecian los mechinales para las vi­gas de las diferentes plantas. En lo alto de los lados ma­yores hay seis ménsulas en las que se apoyó el último piso. Se ha pensado que la fortaleza de Rebolledo pudo ser levantada tras el asalto de Lope, pero suena precisa­mente entre las presas de éste. Estaba ya construida, pues, a principios del s. XIV.