Pero al menos, tenemos tres olmos que son una esperanza. Los
arboles, a pesar de lo que piensan algunos ecologistas, también mueren, y también vienen a la vida. El viejo, vijísimo olmo del
camino a Ayago, tuvo sus años de gloria, y por unos o por otros, se fue, casi moribundo a morir a la vega del
rio donde se desintegró. Treinta años intentando tener un olmo de nuevo, y aquí hay otro intento de lograrlo, y se logrará...