ORIGEN
Era una
costumbre en este
pueblo, que cuando un chico obtenía el consentimiento de los padres de la chica para hablar con ella en su
casa, que los
amigos de este rompieran unas tejas llenas de azulete en la
fachada de la novia, poniendo la pared encalada toda llena de tinte azul. Al día siguiente había que limpiarla y todo el que pasaba quedaba enterado de la noticia, sólo con ver la fachada.