Las llamas eran vivas y ardientes, sin mesura.
Ardía el santo cuero en esa calentura
y hervían las entrañas en aquella tortura.
Quien planeó tal horror no se ahorre amargura.
104
«Pensad —dijo Lorenzo—. Volvedme al otro lado.
Buscad en la conciencia si estoy ya bien asado.
Pensad ahora en nutriros, pues os habéis dañado. ... De parrillas de hierro era el lecho fatal,
separadas entre ellas, para el fuego colar.
Le ordenaron las manos y los pies amarrar,
y luego lo obligaron en ese fuego estar.
102
Lo bañaron en fuego. Así lo oiréis contar.
Los esbirros planearon las llamas atizar
y avivaron el fuego sin hacerse esperar. ... Buscaron a Lorenzo, sin poderlo aprehender.
Dijeron: «O se entrega, o el martirio va a ser».
En esa disyuntiva, para salvar su ser
Lorenzo prefirió por Jesús perecer.
100
Para que su martirio más inhumano fuera,
los esbirros le hicieron un lecho de manera
que ni tenía ropa ni tenía madera. ... Estos son los tesoros que jamás envejecen.
Cuanto más se reparten, mucho más enriquecen.
Los que éstos ayudan, quieren y compadecen,
alcanzarán el Reino en que Glorias florecen».
98
Suponiendo Valerio haber sido engañado
y que el plan no salía como había pensado,
fue ante el Emperador sumamente enojado ... Creyó en estas palabras el duque Valeriano
pensando que tendría ya el total en su mano.
Y se alabó ante Decio diciendo muy ufano
que él le daría luego hasta el último grano.
96
Lorenzo, al fin del plazo, resolvió convocar
la multitud de pobres, de los que pudo hallar.
Se los llevó consigo y allá empezó a rezar: ...