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REDECILLA DEL CAMINO: Este mensaje lleva a dos actitudes subrayadas hoy por...

Este mensaje lleva a dos actitudes subrayadas hoy por la liturgia: la esperanza y la vigilancia. Dios en Jesucristo es la raíz de la verdadera esperanza humana. Cuando todo se hunde él sigue fiel. La esperanza cristiana es segura: Dios siempre hace posible nuestra vida de amor y de paz. No sabemos qué pasará mañana o con qué mundo se encontrarán nuestros hijos, o cómo encararemos problemas terribles e insolubles: el tercer mundo, los marginados, las guerras, los abortos, las injusticias, las corrupciones. Nosotros creemos que Dios sigue siendo fiel y hoy, mañana y siempre, mueve al amor y a la paz. Es la fuerza del Adviento cristiano en nuestro mundo. Esperar conlleva desear la vida nueva para todos, la venida del Señor; no el "fin de los tiempos" neutro y catastrófico, sino el "retorno del Sefior", la victoria de su Espíritu de amor. Y con la esperanza, el trabajo y el combate (Pablo, 2. lectura), la llamada a vigilancia (evangelio). Vigilar, estar en vela, significa escuchar a los demás sin vivir con demasiadas seguridades; mirar a los que sufren sin pasar de largo; trabajar para llevar el diálogo y la paz; también, evidentemente, constatar nuestra mediocridad, arrepentirse y volver a empezar. Es la manera de estar atentos a la presencia viva, amorosa, exigente de Dios en cada momento de nuestra vida.