Para la encantadora Garbiñe.
Desde la sempiterna distancia
de San Pedro de Mérida, con
el ofrecimiento de la amistad.
EL CASAL FAMILIAR
Casal de Cortés
viejo en tus recuerdos,
qué me dices
en tus noches anhelantes,
entre el velado manto
del silencio eterno
Y en la larga espera,
de noches murmurantes.
Serán hidalgos
los que hablarme quieren,
o será mi mente
que oírlos ansia,
que en sus largas noches
me estremecen,
iluminando mi prosa
en su porfía.
Fueron sus brazos
los que mi alma tocan,
en sus viejas piedras
de lucidez viva,
acompañándome,
con la llegada
de la aurora,
que remolona y lenta
hacía el día camina.
Crujen las tablas
en viejos salones,
suenan sus pasos
sin querer que suenen,
acariciando
mi piel y mis sentidos,
en voces y suspiros
que la noche tiene.
Espera silenciosa
y murmurante,
de pasos furtivos
la casona llena,
que las sombras
y el crujir me hacen,
que mi velar
y espíritu sosiegan.
Yo respeto las noches
del casal,
y vigilo sus sueños
y suspiros,
acompañando la noche
en mi velar,
que protegan
los sueños de los vivos.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
11 de febrero de 2011
Desde la sempiterna distancia
de San Pedro de Mérida, con
el ofrecimiento de la amistad.
EL CASAL FAMILIAR
Casal de Cortés
viejo en tus recuerdos,
qué me dices
en tus noches anhelantes,
entre el velado manto
del silencio eterno
Y en la larga espera,
de noches murmurantes.
Serán hidalgos
los que hablarme quieren,
o será mi mente
que oírlos ansia,
que en sus largas noches
me estremecen,
iluminando mi prosa
en su porfía.
Fueron sus brazos
los que mi alma tocan,
en sus viejas piedras
de lucidez viva,
acompañándome,
con la llegada
de la aurora,
que remolona y lenta
hacía el día camina.
Crujen las tablas
en viejos salones,
suenan sus pasos
sin querer que suenen,
acariciando
mi piel y mis sentidos,
en voces y suspiros
que la noche tiene.
Espera silenciosa
y murmurante,
de pasos furtivos
la casona llena,
que las sombras
y el crujir me hacen,
que mi velar
y espíritu sosiegan.
Yo respeto las noches
del casal,
y vigilo sus sueños
y suspiros,
acompañando la noche
en mi velar,
que protegan
los sueños de los vivos.
Autor:
Críspulo Cortés Cortés
El Hombre de la Rosa
11 de febrero de 2011