Roban en segundas viviendas y gasóleo en la comarca de Belorado
Los ladrones entraron en una casa de Castildelgado para llevarse objetos religiosos y recuerdos. Al alcalde de Ibrillos le robaron herramientas y combustible en sus naves
Los ladrones robaron en estas naves de Ibrillos, propiedad de su alcalde. JESÚS ALCALDE DE HOYOS
I. ELICES / BURGOS
No hay comarca ajena a las oleadas de robos que sacuden la provincia. El pasado fin de semana le tocó el turno a la zona de Belorado, aunque allí llevan sufriendo varios meses los asaltos de los cacos. El jueves o el viernes asaltaron una casa en Castildelgado. Sus inquilinos llegaron el sábado y se encontraron con la papeleta. No era la primera vez que entraban los ladrones. No se llevaron objetos de mucho valor «porque se trata de una segunda residencia», pero sí que provocaron algunos destrozos.
Accedieron a la casa, situada en la calle San Martín, por la parte de atrás. Entraron por el patio y en el interior forzaron puertas y armarios. Todo para llevarse gafas graduadas usadas, recuerdos de comunión, objetos religiosos, rosarios, etc. Los propietarios denunciaron los hechos a la Guardia Civil y, según comentan -prefieren mantenerse en el anonimato- todas las sospechas recaen en ciudadanos procedentes de países del Este. «Saben cuándo y dónde actuar para pasar desapercibidos a la Benemérita», señalan.
Aunque vecinos del pueblo señalan que en alguna ocasión han entrado en las casas, con los inquilinos dentro. Y que éstos se los han encontrado, han preguntado qué hacían allí y han respondido que «a comprar patatas». «Si tienen la suerte de que nadie les ve en las viviendas acaban robando lo que se les pone por delante y si no, quién les retiene, cuando la mayor parte de los habitantes de estos municipios son mayores», indica una vecina de la localidad.
No es el único lugar donde han robado. Hace pocas semanas entraron en el hostal Chocolatero para llevarse la recaudación de las máquinas tragaperras y de la de tabaco. Su propietario da gracias porque no le ocurrió lo que al dueño del hotel Sierra de Atapuerca, a quien los ladrones amordazaron y pegaron hace un mes para robar en su establecimiento.
No es el único municipio de la zona donde han llegado los ladrones. En Ibrillos, a pocos kilómetros, han asaltado las naves de su alcalde en dos ocasiones, que están ubicadas a unos 60 metros del pueblo. Agustín Corral explica que «apalancaron la puerta del pabellón y saltó el pestillo rápidamente». Arramplaron con todas las herramientas que se encontraron a su paso, una rotaflex y numerosos aperos de labranza.
También se llevaron el gasóleo que guarda en un depósito, igual que muchos agricultores de la zona. Corral señala que el robo de combustible «es una práctica muy común en los pueblos últimamente». El alcalde recién elegido de Castildelgado, Juan Antonio Eraña, está de acuerdo. «Numerosos labradores están sufriendo este tipo de asaltos; ya no es el dinero que pierden, sino la imposibilidad de usar muchas de las máquinas para las que requieren gasóleo», recuerda.
En opinión de Eraña, no se trata de un problema de vigilancia de la Guardia Civil. «Al fin y al cabo no se puede poner un policía detrás de cada ladrón», indica. A su juicio, la crisis «está haciendo aumentar este tipo de delitos en muchas comarcas y cuando cogen a los culpables no tardan mucho tiempo en salir libres», afirma.
Los ladrones entraron en una casa de Castildelgado para llevarse objetos religiosos y recuerdos. Al alcalde de Ibrillos le robaron herramientas y combustible en sus naves
Los ladrones robaron en estas naves de Ibrillos, propiedad de su alcalde. JESÚS ALCALDE DE HOYOS
I. ELICES / BURGOS
No hay comarca ajena a las oleadas de robos que sacuden la provincia. El pasado fin de semana le tocó el turno a la zona de Belorado, aunque allí llevan sufriendo varios meses los asaltos de los cacos. El jueves o el viernes asaltaron una casa en Castildelgado. Sus inquilinos llegaron el sábado y se encontraron con la papeleta. No era la primera vez que entraban los ladrones. No se llevaron objetos de mucho valor «porque se trata de una segunda residencia», pero sí que provocaron algunos destrozos.
Accedieron a la casa, situada en la calle San Martín, por la parte de atrás. Entraron por el patio y en el interior forzaron puertas y armarios. Todo para llevarse gafas graduadas usadas, recuerdos de comunión, objetos religiosos, rosarios, etc. Los propietarios denunciaron los hechos a la Guardia Civil y, según comentan -prefieren mantenerse en el anonimato- todas las sospechas recaen en ciudadanos procedentes de países del Este. «Saben cuándo y dónde actuar para pasar desapercibidos a la Benemérita», señalan.
Aunque vecinos del pueblo señalan que en alguna ocasión han entrado en las casas, con los inquilinos dentro. Y que éstos se los han encontrado, han preguntado qué hacían allí y han respondido que «a comprar patatas». «Si tienen la suerte de que nadie les ve en las viviendas acaban robando lo que se les pone por delante y si no, quién les retiene, cuando la mayor parte de los habitantes de estos municipios son mayores», indica una vecina de la localidad.
No es el único lugar donde han robado. Hace pocas semanas entraron en el hostal Chocolatero para llevarse la recaudación de las máquinas tragaperras y de la de tabaco. Su propietario da gracias porque no le ocurrió lo que al dueño del hotel Sierra de Atapuerca, a quien los ladrones amordazaron y pegaron hace un mes para robar en su establecimiento.
No es el único municipio de la zona donde han llegado los ladrones. En Ibrillos, a pocos kilómetros, han asaltado las naves de su alcalde en dos ocasiones, que están ubicadas a unos 60 metros del pueblo. Agustín Corral explica que «apalancaron la puerta del pabellón y saltó el pestillo rápidamente». Arramplaron con todas las herramientas que se encontraron a su paso, una rotaflex y numerosos aperos de labranza.
También se llevaron el gasóleo que guarda en un depósito, igual que muchos agricultores de la zona. Corral señala que el robo de combustible «es una práctica muy común en los pueblos últimamente». El alcalde recién elegido de Castildelgado, Juan Antonio Eraña, está de acuerdo. «Numerosos labradores están sufriendo este tipo de asaltos; ya no es el dinero que pierden, sino la imposibilidad de usar muchas de las máquinas para las que requieren gasóleo», recuerda.
En opinión de Eraña, no se trata de un problema de vigilancia de la Guardia Civil. «Al fin y al cabo no se puede poner un policía detrás de cada ladrón», indica. A su juicio, la crisis «está haciendo aumentar este tipo de delitos en muchas comarcas y cuando cogen a los culpables no tardan mucho tiempo en salir libres», afirma.