yo solo pude subir a la virgen a reza un padre nuestro, por estar ocupada con mi madre, pero solo con ver lo animado que estaba el aviente daba gusto
que paséis una buena noche de cena, y acordaros un poco de nosotros,, abrazossss
Virgencita de ayago,
Madre de mi corazón,
únete siempre a mi espalda
como al niño que te halló,
guíame por el camino,
abrígame con tu amor,
condúceme al paraíso
donde no se oculta el Sol.
Madre de mi corazón,
únete siempre a mi espalda
como al niño que te halló,
guíame por el camino,
abrígame con tu amor,
condúceme al paraíso
donde no se oculta el Sol.
Mirad hoy, resplandeciente,
a la Reina celestial.
Mirad cómo tiembla el mal
y se esconde la serpiente.
Vestida de sol ardiente,
la luna por pedestal
y, cual corona nupcial,
doce estrellas en la frente.
Es la Sierva y la Señora,
la Virgen profetizada,
del Sol naciente la Aurora.
Viene de gracia colmada,
pues su Hijo, en buena hora,
quiso hacerla Inmaculad
a la Reina celestial.
Mirad cómo tiembla el mal
y se esconde la serpiente.
Vestida de sol ardiente,
la luna por pedestal
y, cual corona nupcial,
doce estrellas en la frente.
Es la Sierva y la Señora,
la Virgen profetizada,
del Sol naciente la Aurora.
Viene de gracia colmada,
pues su Hijo, en buena hora,
quiso hacerla Inmaculad
La esencia de la vida.
A menudo el sufrimiento precede a las mayores dichas. Al igual que la oscuridad de la noche prepara el camino para el amanecer y que del dolor del parto nace el milagro más grande la naturaleza, es a través de la enfermedad como podemos acceder a la plenitud en la salud. La enfermedad no es más que el medio por el que el cuerpo se cura a sí mismo. La enfermedad y el dolor son nuestros aliados, mensajeros de Dios que nos avisan cuando hay un problema que requiere solución. El dolor es una voz que nos alerta para ayudarnos.
A menudo el sufrimiento precede a las mayores dichas. Al igual que la oscuridad de la noche prepara el camino para el amanecer y que del dolor del parto nace el milagro más grande la naturaleza, es a través de la enfermedad como podemos acceder a la plenitud en la salud. La enfermedad no es más que el medio por el que el cuerpo se cura a sí mismo. La enfermedad y el dolor son nuestros aliados, mensajeros de Dios que nos avisan cuando hay un problema que requiere solución. El dolor es una voz que nos alerta para ayudarnos.
Hay pocas enfermedades realmente incurables, pero sí existen muchos pacientes incu
rables, personas que no son capaces o no están dispuestas a dejarse curar. Puede que lo deseen conscientemente, pero no de forma subconsciente. Lo incurable no es la enfermedad en sí, son las personas quienes se hacen incurables. No están interesadas en conservar la salud, sino en evitar el dolor y la enfermedad.
rables, personas que no son capaces o no están dispuestas a dejarse curar. Puede que lo deseen conscientemente, pero no de forma subconsciente. Lo incurable no es la enfermedad en sí, son las personas quienes se hacen incurables. No están interesadas en conservar la salud, sino en evitar el dolor y la enfermedad.
La naturaleza se rige por leyes; la salud es sencillamente la inevitable consecuencia de vivir en armonía con las leyes de la naturaleza. Sólo es posible promover la salud y superar la enfermedad mediante un estilo de vida sano. Para fomentar la salud y la curación primero hay que cambiar el estilo de vida, ajustándolo a las leyes de la naturaleza. La naturaleza tiene leyes fijas e inmutables que, si se respetan, generarán salud y, si se quebrantan, seguramente producirán enfermedad.
No existe nada fuera del cuerpo que sea capaz de curar o generar salud. Tu cuerpo posee una capacidad curativa interior capaz de remediar cualquier enfermedad. Todos poseemos poderes de autocuración que, en las condiciones adecuadas, siempre curarán cualquier enfermedad. Sólo tenemos que crear las condiciones.