UNA VERDAD COMO UN TEMPLO. Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, que va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o de la prima de riesgo. Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general. Reconocer que el principal problema de
España no es Grecia, el euro o la señora Merkel. Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un
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