si lucia, yo tengo mucha devoción en el.
Cuando la estaba queriendo,
cuando la estaba sintiendo,
todita mía, la vi partí,
Me juro que regresaba,
pero todo era mentira,
porque ya su alma era de mi.
Ya solo, frente a la iglesia,
y llorando antes el cristos,
fui a implorar,
y al contemplar mis tristeza,
el crucifijo de piedra
tan bien se puso a llorar.....
cuando la estaba sintiendo,
todita mía, la vi partí,
Me juro que regresaba,
pero todo era mentira,
porque ya su alma era de mi.
Ya solo, frente a la iglesia,
y llorando antes el cristos,
fui a implorar,
y al contemplar mis tristeza,
el crucifijo de piedra
tan bien se puso a llorar.....
Hoy comprendo, Señor, tu sufrimiento,
el dolor de sentirte abandonado,
el vacío de inmensa soledad...
Hoy sufro la aridez de tu calvario.
Este azote que rompe nuestro cuerpo
con calumnias, con ira, con traición,
es el eco de la única verdad
que flageló al orgullo con su voz.
Esta espina que hiere nuestra mente,
arrancada del tallo de la envidia,
es el rencor punzante del hermano
por el amor que dimos sin medida.
Esta cuesta que forman las infamias
y lacera los pies en el camino,
es la ofrenda de vida y de trabajo
que entregamos, sin precio, al enemigo.
Este clavo que rasga nuestros pulsos
con el golpe del odio acumulado,
es respuesta al abrazo de piedad
abierto para ser crucificados.
Esta lanza que horada nuestro pecho
con el fiero bramido de la injuria,
es mensaje del claro manantial
de agua viva que el mal transformó en turbia.
Hoy comprendo, Señor, tu sufrimiento,
tu amor sacrificado, omnipotente.
Yo también te he vendido y traicionado.
¡Pido perdón por tu pasión y muerte!
el dolor de sentirte abandonado,
el vacío de inmensa soledad...
Hoy sufro la aridez de tu calvario.
Este azote que rompe nuestro cuerpo
con calumnias, con ira, con traición,
es el eco de la única verdad
que flageló al orgullo con su voz.
Esta espina que hiere nuestra mente,
arrancada del tallo de la envidia,
es el rencor punzante del hermano
por el amor que dimos sin medida.
Esta cuesta que forman las infamias
y lacera los pies en el camino,
es la ofrenda de vida y de trabajo
que entregamos, sin precio, al enemigo.
Este clavo que rasga nuestros pulsos
con el golpe del odio acumulado,
es respuesta al abrazo de piedad
abierto para ser crucificados.
Esta lanza que horada nuestro pecho
con el fiero bramido de la injuria,
es mensaje del claro manantial
de agua viva que el mal transformó en turbia.
Hoy comprendo, Señor, tu sufrimiento,
tu amor sacrificado, omnipotente.
Yo también te he vendido y traicionado.
¡Pido perdón por tu pasión y muerte!
Se que tu vida puede cambiar, que puedes ser mejor, que puedes aprender a confiar más en ti mismo, te invito a leer estas palabras, las cuales son la clave para el éxito en la vida.
No temas, estoy contigo
No te afanes, estoy contigo.
No sufras, estoy contigo para consolarte
No dudes, estoy contigo
No te preocupes, estoy contigo, y todo cambiará a bien.
el santísimo cristo de la victoria