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Carbonera para hacer carbón vegetal, RETUERTA

En la localidad burgalesa de Retuerta, que se encuentra en la comarca del Arlanza, a poco más de 3 km. de Covarrubias, aún se elabora el carbón de encina siguiendo las maneras tradicionales.

La utilización de carbón vegetal data de tiempos históricos, en los primeros intentos del hombre de fundir el mineral de hierro. Pero el carboneo del monte a una escala no doméstica hay que situarlo a partir del siglo XV, adquiriendo una notable importancia como combustible en las industrias manufactureras durante los siglos XVI-XVIII.

El carbón vegetal era el combustible por excelencia y una de las indiscutibles fuentes de energía hasta que el carbón de piedra le sustituyó. El mismo crecimiento urbano durante el siglo XVIII hubo de suscitar una mayor demanda de combustible vegetal.

Desde mediados del siglo XVII y hasta principios del siglo XVIII los montes comunales de Retuerta abastecieron de carbón vegetal a la Villa de Madrid. La tradición del carboneo continúa actualmente en Retuerta y, al menos, las tres generaciones anteriores (los abuelos de los actuales carboneros, algunos mayores de 60 años) han carboneado el monte. Es fácil pensar que la actividad en este pueblo se ha realizado de manera ininterrumpida, al menos, desde el siglo XVI, exceptuando quizás los períodos de guerra.

Desde hace siglos, gentes de Retuerta, Santibáñez del Val y Castroceniza, en las bellas tierras burgalesas del Arlanza, envuelven con una tenue cortina de humo blanquecino y un característico olor los diversos lugares donde se ubican las carboneras. Estas se sitúan tanto en el interior del monte comunal denominado "El Majadal", como en otros montes cercanos y en las afueras del núcleo de Retuerta.

El procedimiento empleado para la obtención de carbón vegetal sigue siendo la carbonera u horno de tierra tradicional que los carboneros han de vigilar de forma permanente a lo largo de todo el proceso, que dura entre 20 y 25 días. Se emplea el mismo método y las mismas herramientas que se describen en De I'exploitation des bois, un manual de explotación forestal editado en Francia en 1764.

La leña ya cortada y troceada en el interior del monte habrá de transportarse hasta el lugar donde se construirán las carboneras. En el montaje se amontona la leña en vertical, con los troncos más gruesos debajo y de manera que la estructura vaya formando un cono truncado. En el centro de la carbonera se coloca un poste para facilitar la colocación de la carga, aumentando la estabilidad de la pila. Además, este poste suele ser útil para el operario, ya que se ayuda de él cuando está colocando las trozas, pues le sirve como punto de apoyo. Cuando se ha terminado de apilar la leña, el poste central es retirado. El hueco que queda funciona como chimenea y será por donde se encienda el horno. A lo largo del proceso, la boca superior se tapa y destapa para alimentar la carbonera con leña.

El montón de leña se cubre con paja de cereal en toda la estructura excepto en la base donde se colocan gavillas o ramas de encina, lugar donde irán los tiros por donde "respira" la carbonera. Posteriormente el horno es cubierto de tierra procedente del mismo entorno que, tras siglos de carboneo, ha tomado un color negro característico que delata aquellas zonas del monte donde antaño se realizaban estas prácticas. Hay que disponer una escalera, con peldaños de leña y piedras, que llegue hasta lo alto de la carbonera, para "atacarla" o "alimentarla".

Una vez encendido el interior del horno (por la entrada superior), este irá requiriendo ser alimentado con leña nueva, ya que la carbonera se va consumiendo por arriba, y se tapa nuevamente con tierra. Desde el encendido, los carboneros no pueden ausentarse más de dos horas seguidas, debido a que si la parte superior de la carbonera cediese, al haberse consumido la leña, el exceso de oxígeno provocaría la quema de la leña y no su cocimiento. Los que tienen la carbonera en las eras del pueblo pueden ir a dormir un par de horas o alternarse con un familiar. Los que están en el interior del monte deben velar y se acuestan en unas chozas desde donde vigilan el proceso.

Cuando se considera que la leña es ya carbón (algunos signos exteriores en la carbonera son indicativos), ésta se deja enfriar unos días antes de comenzar a sacarlo.

El carboneo una tradición que mantiene viva y es seña de identidad de Retuerta en Burgos.