Como consecuencia de ello, la comunidad buscaría un nuevo emplazamiento en una zona más elevada y alejada del riesgo de posibles aluviones, de manera que, a pocos metros del anterior, se establece definitivamente en su actual ubicación el
Monasterio de
Santa María de
Rioseco, el cual, entre 1235 y 1236 consiguió el beneplácito definitivo del Capítulo General de la Orden.