Se escuchan el rumor del
agua de la
fuente que presidía el centro del
jardín del
claustro o las
campanas que desaparecieron de la
espadaña víctimas del expolio. Dentro de la
iglesia, ahora despojada de casi toda su policromía y sus
retablos, se podrá volver al momento en el que todos los falsos sillares de las paredes se pintaban de rojo para imitar la forma de la
piedra y los nervios de las
bóvedas y las claves se decoraban con
dragones rojos de fauces abiertas.