ODA AL MONTE DE RUBLACEDO
Oh, monte de Rublacedo,
con tu generoso encinar,
cobijaste al ganado
en invierno polar.
¡Cuánta gente agradecía
el calor dado a su hogar!
Así guisaban pitanza,
pues entonces no había gas.
Otros lo carboneaban,
para a la urbe calentar,
mas ese era el destino
de tu carbón vegetal.
Ahora te has revelado
con tu fuerza natural:
en tus profundas entrañas
no se puede penetrar.
J. CONDE NÚÑEZ
Oh, monte de Rublacedo,
con tu generoso encinar,
cobijaste al ganado
en invierno polar.
¡Cuánta gente agradecía
el calor dado a su hogar!
Así guisaban pitanza,
pues entonces no había gas.
Otros lo carboneaban,
para a la urbe calentar,
mas ese era el destino
de tu carbón vegetal.
Ahora te has revelado
con tu fuerza natural:
en tus profundas entrañas
no se puede penetrar.
J. CONDE NÚÑEZ