Monumentos:
Monasterio de San Nicolás; el santuario de San Juan de Ortega es un hito vivo en el Camino de Santiago. Nació para atender a los peregrinos que iban a Compostela y con este cometido ha cubierto ocho siglos de historia.
A mediados del siglo XII se levantó este monumento. El mismo Santo fue el maestro y constructor. Murió el año 1163 sin haber podido concluir esta magna obra, pese a que gozó de la amistad de varios reyes, especialmente de Alfonso VII. El Santo concibió una obra monumental, con planta de cruz latina de la que sólo pudo hacer la cabecera –con tres ábsides semicirculares- y la nave transversal, que no llegó a cubrir. Todo ella la construyó en perfecta sillería y con abundantes singularidades. A juzgar por los poderosos pilares estaba proyectado levantar sobre el crucero una cúpula y una torre.
La visita exterior nos lleva a la parte oriental de los ábsides. El central es el más hermoso y el de mayores dimensiones. Sigue los planos clásicos con sección recta y la semicircular, que está seccionada en cinco paños por haces de columnas entrega, dos de las cuales (geminadas), rematan entre los canecillos del alero. Cada paño presenta dos arcos de descarga en sucesivas alturas que apean en sus respectivas columnas de esbelto fuste cilíndrico y capiteles labrados con motivos vegetales; en medio de los tres arcos centrales hay una ventana sin apenas ornamentación. Se ve que es una articulación concebida con fines eminentemente decorativos, e igualmente la imposta que corre al pie de las ventanas.
Interiormente toda la atención se concentra en la cabecera. Aparecen los ábsides con mayor atractivo y se ponen de manifiesto varias singularidades arquitectónicas y ornamentales. El del lado norte fue reconstruido en parte; el del sur, además del arco triunfal, apuntado, que voltea sobre columnas entrega de grandes capiteles decorados, lleva dos ventanas gemelas con derrame interior, que comparten el dintel central con atractivo efecto decorativo.
El ábside central es el que congrega las mejores galas constructivas y ornamentales. El presbiterio y la capilla absidal están perfectamente diferenciados por la presencia de un arco fajón doblado que apean sobre un haz de columnas entrega con capiteles decorados. El hemiciclo remata en una bóveda gallonada cuyo armazón se basa en cuatro nervios planos y decorados que, arrancando de sus respectivas columnas entrega de capiteles labrados, van a unirse junto a la clave del arco de triunfo.
En el tercio superior aparecen tres ventanas que se abren en diez arquivoltas concéntricas muy abocinadas.
La nave del crucero presenta los paramentos lisos o con vanos similares a los del ábside pequeño. Las columnas que sostienen los arcos fajones de las bóvedas de crucería llevan capiteles decorados. Son muy llamativos por su robustez y fortaleza, los pilares del crucero; como también porque constituyen un complicado haz de dieciséis columnas sobre un basamento cilíndrico.
La escultura monumental está repartida en setenta y seis capiteles, media docena de los cuales son historiados.
El sepulcro de San Juan de Ortega, conservado en la cripta, es una joya. Está completamente decorado con figuras y escenas, con relieves elegantes, de original factura y cuidada labra. (63)
Monasterio de canónigos regulares no premonstratenses, hito importante para la travesía de los Montes de Oca por los peregrinos que seguían el camino de Santiago.
Como casa de canónigos no premonstratenses erigía San Juan de Ortega un monasterio-hospital para acogida y socorro de los peregrinos en su travesía de los Montes de Oca, paraje infestado de peligros de parte de los hombres, de las fieras y de las inclemencias del tiempo. (314) web local (Círculo Románico)
A mediados del siglo XII se levantó este monumento. El mismo Santo fue el maestro y constructor. Murió el año 1163 sin haber podido concluir esta magna obra, pese a que gozó de la amistad de varios reyes, especialmente de Alfonso VII. El Santo concibió una obra monumental, con planta de cruz latina de la que sólo pudo hacer la cabecera –con tres ábsides semicirculares- y la nave transversal, que no llegó a cubrir. Todo ella la construyó en perfecta sillería y con abundantes singularidades. A juzgar por los poderosos pilares estaba proyectado levantar sobre el crucero una cúpula y una torre.
La visita exterior nos lleva a la parte oriental de los ábsides. El central es el más hermoso y el de mayores dimensiones. Sigue los planos clásicos con sección recta y la semicircular, que está seccionada en cinco paños por haces de columnas entrega, dos de las cuales (geminadas), rematan entre los canecillos del alero. Cada paño presenta dos arcos de descarga en sucesivas alturas que apean en sus respectivas columnas de esbelto fuste cilíndrico y capiteles labrados con motivos vegetales; en medio de los tres arcos centrales hay una ventana sin apenas ornamentación. Se ve que es una articulación concebida con fines eminentemente decorativos, e igualmente la imposta que corre al pie de las ventanas.
Interiormente toda la atención se concentra en la cabecera. Aparecen los ábsides con mayor atractivo y se ponen de manifiesto varias singularidades arquitectónicas y ornamentales. El del lado norte fue reconstruido en parte; el del sur, además del arco triunfal, apuntado, que voltea sobre columnas entrega de grandes capiteles decorados, lleva dos ventanas gemelas con derrame interior, que comparten el dintel central con atractivo efecto decorativo.
El ábside central es el que congrega las mejores galas constructivas y ornamentales. El presbiterio y la capilla absidal están perfectamente diferenciados por la presencia de un arco fajón doblado que apean sobre un haz de columnas entrega con capiteles decorados. El hemiciclo remata en una bóveda gallonada cuyo armazón se basa en cuatro nervios planos y decorados que, arrancando de sus respectivas columnas entrega de capiteles labrados, van a unirse junto a la clave del arco de triunfo.
En el tercio superior aparecen tres ventanas que se abren en diez arquivoltas concéntricas muy abocinadas.
La nave del crucero presenta los paramentos lisos o con vanos similares a los del ábside pequeño. Las columnas que sostienen los arcos fajones de las bóvedas de crucería llevan capiteles decorados. Son muy llamativos por su robustez y fortaleza, los pilares del crucero; como también porque constituyen un complicado haz de dieciséis columnas sobre un basamento cilíndrico.
La escultura monumental está repartida en setenta y seis capiteles, media docena de los cuales son historiados.
El sepulcro de San Juan de Ortega, conservado en la cripta, es una joya. Está completamente decorado con figuras y escenas, con relieves elegantes, de original factura y cuidada labra. (63)
Monasterio de canónigos regulares no premonstratenses, hito importante para la travesía de los Montes de Oca por los peregrinos que seguían el camino de Santiago.
Como casa de canónigos no premonstratenses erigía San Juan de Ortega un monasterio-hospital para acogida y socorro de los peregrinos en su travesía de los Montes de Oca, paraje infestado de peligros de parte de los hombres, de las fieras y de las inclemencias del tiempo. (314) web local (Círculo Románico)