Historias de épocas antiguas y oscuras cobran vida en
paisajes que por su fisonomía pertenecen más a otros tiempos. Así se siente al contemplar de lejos la
gigante silueta de la proa de
barco que nunca navegó: fue esculpida en
piedra al norte de tierras castellanas durante miles de años por el
río Jerea y sus afluentes.