He aquí la imagen perfecta de un recuerdo grabado en mi memoria. El viejo Canal de Castilla de aquellos lejanos años de mi infancia; cuando la actividad para la que constrido un par de siglos antes todavía sobrevivía, a pesar de la gran competencia de otros medios de transportes más modernos, mejores y más rápidos. Resistiendo a su embate final que ya no tardaría en llegar, y cuya sentencia ya esta pronunciada.
La Segunda, el Canal, la casa del esclusero... Una fotografía en blanco y negro bien antigua en la que se aprecian tantos detalles, los mismos que uno guarda imborrables en el recuerdo, aunque si un poco ajados por el paso de del tiempo y después de medio siglo de ausencias, como los desgastes que se dejan notar en cualquier persona cuando se hace mayor.
Ese lugar siempre guardó para mi conotaciones y componentes de una ternura especial. Por eso la última vez que estuve en San Quirce quise pasar por allí, por la Segunda, caminando un momento por aquellos sitios y comprobando que nada, absolutamente nada es igual a como era antes (como se ve en la foto). Los avances, progresos y nuevos sistemas de vida arrasaron con todo. Ya no queda ni la menor señal de la existencia de aquella casa, que era la vivienda del esclusero y su familia; de la esclusa han desaparecido prácticamente todos y cada uno de los detalles y componentes que se pueden apreciar en la fotografía como las compuertas, los tornos, etc. El Canal que en la fotografía se ve limpio y despejado, ahora está en gran parte anegado por la vegetación que ha crecido en sus orillas llenas de lirios, juncos y otras plantas acuáticas. ¡Viejo Canal de Castilla!. ¡Lugares entrañables!.
Aquella casa era la residencia de los encargados de los servicios de la esclusa. De los que realizaban todos los trabajos, preparativos y puesta punto para el paso por la misma de las barcas. Y yo recuerdo muy especialmente a uno de estos encargados con familia numerosa de ocho hijos ("los chicos de la Segunda"), tres de los cuales eran mis amigos y compañeros de escuela. Y con ellos, siempre que podía hacerlo, me pasaba muchas horas de cada día jugando y correteando por aquellos sitios cercanos a la esclusa y a la casa, por aquellos lugares entre los huertos, el "molino viejo", las acequias, las vías del tren, en todo el entorno de la Segunda. Entonces yo era un niño feliz lleno de vida y de alegría.
La Segunda, el Canal, la casa del esclusero... Una fotografía en blanco y negro bien antigua en la que se aprecian tantos detalles, los mismos que uno guarda imborrables en el recuerdo, aunque si un poco ajados por el paso de del tiempo y después de medio siglo de ausencias, como los desgastes que se dejan notar en cualquier persona cuando se hace mayor.
Ese lugar siempre guardó para mi conotaciones y componentes de una ternura especial. Por eso la última vez que estuve en San Quirce quise pasar por allí, por la Segunda, caminando un momento por aquellos sitios y comprobando que nada, absolutamente nada es igual a como era antes (como se ve en la foto). Los avances, progresos y nuevos sistemas de vida arrasaron con todo. Ya no queda ni la menor señal de la existencia de aquella casa, que era la vivienda del esclusero y su familia; de la esclusa han desaparecido prácticamente todos y cada uno de los detalles y componentes que se pueden apreciar en la fotografía como las compuertas, los tornos, etc. El Canal que en la fotografía se ve limpio y despejado, ahora está en gran parte anegado por la vegetación que ha crecido en sus orillas llenas de lirios, juncos y otras plantas acuáticas. ¡Viejo Canal de Castilla!. ¡Lugares entrañables!.
Aquella casa era la residencia de los encargados de los servicios de la esclusa. De los que realizaban todos los trabajos, preparativos y puesta punto para el paso por la misma de las barcas. Y yo recuerdo muy especialmente a uno de estos encargados con familia numerosa de ocho hijos ("los chicos de la Segunda"), tres de los cuales eran mis amigos y compañeros de escuela. Y con ellos, siempre que podía hacerlo, me pasaba muchas horas de cada día jugando y correteando por aquellos sitios cercanos a la esclusa y a la casa, por aquellos lugares entre los huertos, el "molino viejo", las acequias, las vías del tren, en todo el entorno de la Segunda. Entonces yo era un niño feliz lleno de vida y de alegría.