En esta casa vivia un matrimonio muy mayor. El nombre del señor no me acuerdo pero su mujer se llamaba Dominga, a la que abreviadamente se la llamaba Minga. Solían estar sentados cerca de su puerta cuando hacía buen tiempo, al sol o a la sombre. Y cuando la gente pasaba por alli les preguntaba en forma de saludo no sin intención, ¿qué señor por?. Pues aquí estoy con la Minga al sol, o a la sombra, contestaba el señor... Qué gracioso.
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