Pues si, es verdad. Aquel maestro, don José, era toda una institución en San Quirce después de tantos años ejerciendo la enseñanza en el pueblo. Yo le conocí en sus últimos años de actividad, antes de jubilarse, pues tras su marcha conocí a dos más, Donato y Jaime. Luego, al cabo de los años, tuve la oportunidad y la satisfacción de conversar con él alguna vez en Santander, donde ambos viviamos. Pero era su mujer, doña Aquilina, la que ejercía un control absoluto sobre los chicos en edad escolar y más sobre los que puntualmente faltaban un solo día o por lo que por diferentes causas no asistían a las clases con regularidad. Aquella mujer no soportaba que nadie dejase de asistir a la escuela, y no tardaba mucho en presentarse en la casa de cada uno para recabar de los padres el motivo de la inasistencia y para protestar si llegaba el caso. Y como anécdota graciosa diré que casi con seguridad la única vez que por mi parte y sin justificación alguna no asistí a a la escuela un día por la tarde, porque a instancias de mi amigo (Maxi), ambos decidimos irnos al Campillo a buscar nidos, no tardó la buena señora en presentarse en el lugar para obligarnos de inmediato ir a la escuela, amenzándonos con decirselo a nuestro padres, y lo que sin duda hizo. Y lo más curioso del todo es que a grandes voces y desde las ventanas de su casa nos gritó repetidas veces para que volviéramos antes de presentarse en el lugar. ¡Qué recuerdos!.
GB.
[GoogleBarVIP= 19].
GB.
[GoogleBarVIP= 19].