Mis recuerdos infantiles me llevan allá hacia el año en que terminó nuestra vergonzosa guerra fratricida. Jugando con otros niños a los pies de este viejo palomar conocí por vez primera las olas del mar: ¡pero eran unas olas verdes, era el mar de Castilla! El viento solano mecía las espigas ya crecidas y producía un continuo balanceo desde el principio del sembrado hasta el final. Lustros más tarde conocí el mar azul, pero sus olas nunca dejaron de recordarme aquel mar verde de mis años infantiles, el mar de Castilla. En él buscaron su sustento mis mayores entre polvo, sudor y más de una lágrima. Hace ya muchos lustros que sus huesos descansan a la sombra de aquel humilde ciprés que se asoma por encima de las tapias del cementerio que se ve allá, al fondo. Honor a ellos y a todos los que, como ellos, nos enseñaron con su ejemplo lo recia que puede ser el alma castellana. Chindasvinto
Chindasvinto: He leído tus dos incursiones en este programa, y veo estás capacitado para contar mucho más y mojarte un poco. Con tu escrito es difícil
atar cabos, pero con un poco más de texto acaso saldremos del arroyo. Me gustaría contaras más de tu niñez por estas tierras, pues yo tengo 82 años y sé de muchas cosas acaecidas en el pueblo en mi adolescencia que por cierto se las he enviado a Eloy, por si puede aportar alguna cosa a la historia de Santibáñez Zarzaguda. Soy colaborador en este sentido para hablar de Santibáñez antiguo. Tapiz
atar cabos, pero con un poco más de texto acaso saldremos del arroyo. Me gustaría contaras más de tu niñez por estas tierras, pues yo tengo 82 años y sé de muchas cosas acaecidas en el pueblo en mi adolescencia que por cierto se las he enviado a Eloy, por si puede aportar alguna cosa a la historia de Santibáñez Zarzaguda. Soy colaborador en este sentido para hablar de Santibáñez antiguo. Tapiz
Hola, Tapiz, ha llovido en abundancia desde que lei tu invitación a "mojarme" más en sero escribiendo algo más sobre mi infancia por esas entrañables tierras de Santibáñez. ¡No sabes lo que siento tener que defraudarte en este sentido, porque, como puedes leer en mi primera intervención del 27 de diciembre de 2009, son mis raíces paternas las que proceden de Santibáñez, pero mi infancia, prácticamente entera, se desarrolló en Bustillo, con mis abuelos maternos donde, ahí sí, también puedes leer varias de mis vivencias. Las de Santibáñez son fruto de una estancia pasajera y completamente circunstancial, pero no menos entrañables aunque, claro está muy reducidas. Procedo de una familia de canteros. Mi padre (Daniel) y mi tío (Lorenzo) eran hijos de otro cantero (Estanislao), conocido en el pueblo como "el Diablo". ¡Fíjate de dónde procedo!
Un buen día hice una foto del palomar y la colgué en Internet junto a aquella vivencia (¡parece que lo estoy viviendo de nuevo!) del mar verde de Castilla. ¡Qué dentro llevo yo ese mar y qué recuerdos me trae cuando le veo de nuevo caminando en solitario por esos caminos del páramo que no van a ninguna parte pero que al final, allá a lo lejos, se juntan con el cielo, es decir, con el infinito! Soy un caminante en solitario que disfruta como un niño contemplando ese mar verde de Castilla. Soy pariente lejano de la Pepa, sí la esposa de Taquio, cuya casa es la más cercana a la iglesia. Con mucho gusto escribiría algo más sobre esas vivencia infantiles en Santibáñez, lo mismo que, muchos años después, sobre aquellas meriendas junto al río, esperando que los cangrejos entraran en los reteles como en una procesión; ¡pero no hay más cera que la que arde!
Mis tíos, Eusebio y Amancia, Telesforo y su mujer, e incluso mi primo Gauden, ya pasaron a mejor vida. Pero el mundo sigue girando y nosotros recordando muestros campos y a nuestros mayores hasta el día en que el destino quiera juntarnos a ellos, estén donde quiera que estén. Jo, un poco tétrico es esto último, pero real como la vida misma. Un cordial saludo a todos los de Santibáñez. Chindasvinto
Un buen día hice una foto del palomar y la colgué en Internet junto a aquella vivencia (¡parece que lo estoy viviendo de nuevo!) del mar verde de Castilla. ¡Qué dentro llevo yo ese mar y qué recuerdos me trae cuando le veo de nuevo caminando en solitario por esos caminos del páramo que no van a ninguna parte pero que al final, allá a lo lejos, se juntan con el cielo, es decir, con el infinito! Soy un caminante en solitario que disfruta como un niño contemplando ese mar verde de Castilla. Soy pariente lejano de la Pepa, sí la esposa de Taquio, cuya casa es la más cercana a la iglesia. Con mucho gusto escribiría algo más sobre esas vivencia infantiles en Santibáñez, lo mismo que, muchos años después, sobre aquellas meriendas junto al río, esperando que los cangrejos entraran en los reteles como en una procesión; ¡pero no hay más cera que la que arde!
Mis tíos, Eusebio y Amancia, Telesforo y su mujer, e incluso mi primo Gauden, ya pasaron a mejor vida. Pero el mundo sigue girando y nosotros recordando muestros campos y a nuestros mayores hasta el día en que el destino quiera juntarnos a ellos, estén donde quiera que estén. Jo, un poco tétrico es esto último, pero real como la vida misma. Un cordial saludo a todos los de Santibáñez. Chindasvinto