Los trípticos de Santibañez-Zarzaguda
La Iglesia de Santibañez-Zarzaguda
Siguiendo la carretera que de Burgos se dirige á Aguilar de Campóo, después de pasar por los pueblos de Quintanadueñas, donde hay hermosas tablas flamencas, un atril espléndido, como que hacía juego con el coro de la Cartuja, desde donde fué traído á este pueblo, y restos de un fastuoso palacio del Renacimiento; Arroyal, con bella iglesia del mismo estilo y una buena capilla, fundación de un magistral de Burgos; Mansilla, con ábside románico; Zumel, con histórico castillo-torre; Miñón, con soberbia portada del siglo XII, donde entre otras cosas están grabados los signos del Zodiaco; situada en fértil vega se halla la villa de Santibáñez Zarzaguda, cuyas glorias artísticas me propongo empezar á describir, comenzando por su iglesia en la cual se guarda el interesante tríptico.
La actual iglesia, construida, á lo que creo, á expensas ó con la ayuda del limo. Sr. D. E. Ignacio de Santibáñez, arzobispo de Manila, muerto en 1598, según reza un cuadro de la sacristía, de mediana ejecución, que reproduce su figura, es obra del siglo XVI en la que se aprovecharon muchos de los materiales de la antigua, ó de cierto convento, tal vez dedicado á San Juan, de donde el nombre de Santibáñez, particular que no he podido poner en claro hasta la fecha.
En la alta y graciosa torre de las campanas, sostenida sobre altos arcos que sirven de atrio, debajo de la esfera del reloj, hay un interesante apostolado del siglo XII, uno de los más bellos que se conservan en Castilla, acompañado además de tetramorfos, ó sean los cuatro animales simbólicos que figuran á los cuatro evangelistas.
La planta de este espacioso templo está formada por tres naves igualmente altas, de las cuales la mayor remata en espaciosísimo ábside exagonal con bóveda compuesta de numerosos nervios que van á unirse en hermosa clave.
Las laterales son desiguales entre sí, puesto que la del evangelio termina casi al nivel que la mayor, y la de la epístola es un poco más corta por ocupar su cabecera la sacristía.
Cruciformes pilares sostienen las tres bóvedas, de múltiples nervios que se cruzan, de que consta cada nave, además de las absidales, y es de notar, ante todo, el magnífico altar mayor ricamente estofado, obra del escultor Colindres.
En su cuerpo central se ostentan dos grandes alto-relieves que representan la Asunción de Nuestra Señora y su Coronación, cobijados por una especie de copete ó cuerpo saliente de tres compartimientos. A uno y otro lado del cuerpo central hay una serie de arquitos, en número de cinco, con imágenes talladas, y dos series de marcos con sus correspondientes relieves.
El arco central, detrás del tabernáculo, donde está la imágen del Patrono, San Nicolás, es de otro estilo posterior al altar, obra de las postrimerías del siglo XVI.
En el presbiterio hay un buen coro de nogal con cinco sillas á cada lado, de estilo del Renacimiento, anteriores á la actual iglesia, con buenos asientos, algunas figuras fantásticas y grotescas y cardinas en las bandas de separación. Sobre el coro un apostolado en pintura de mal gusto.
Son de notar las estatuas en piedra, del mismo estilo que las descritas de la torre, que adornan las paredes del presbiterio.
En la capillita en que acaba la nave del evangelio, parte conservada de la antigua iglesia con estilo del siglo XV, hay un arcosolio ó panteón abierto en la pared norte con una estatua yacente de clérigo y una cartela gótica con ángel tenante donde se lee: "aqui yase el cuerpo de Pero ernaes cura desta iglesia q Dios aja el q fiso esta Capilla a su costa y meción e dexo a los clérigos sinco fanegas de trigo cada año,,; debajo, con letra posterior, los clérigos agradecidos debieron grabar "murió año de mil y quinientos y dos,,. Requiescat in pace.
En el plinto del sepulcro, tosco ejemplar del ojival de fines del siglo XV, hay tres arcos de pabellón donde se observa la escena de la Anunciación, distribuida por este orden: ángel, jarrón de azucenas y la Virgen.
Dignas de especial mención son una pintura de un altar de esta nave inmediato á la capilla, que consiste en una cabeza de Ecce-Homo, de la Escuela española del siglo XVII, sumamente artística y algunas otras del siglo XV; éstas adornan un altar de la nave opuesta.
Retablo-Tríptico.
Está formado por un cuerpo central del cual penden, mediante goznes, los postigos que sirven para cerrarle junto con el remate conopial del primer cuerpo que puede doblarse.
Es de madera fuerte y va todo él estofado al estilo de los altares de Castilla de aquella época,, no obstante proceder de Brabante, según veremos.
La escena central reproduce, en alto relieve ordinariamente, la escena de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo en una cueva abierta de las cercanías de Belén, aprovechada para proporcionar un refugio á los viandantes y á sus bestias, con pesebres labrados en la misma roca, según costumbre general de Palestina.
En la cavidad aparecen la Santísima Virgen y San José, adorando la primera de rodillas y con las manos juntas al niño, y el segundo en actitud de contemplación. El Infante, una de cuyas piernas está mutilada, está en suelo esmaltado de flores.
A ambos lados de [la gruta aparecen ángeles y pastores, los primeros arrodillados con las manos juntas y expresando grande acatamiento al mostrarles desde los aires, el que les capitanea, el lugar del Nacimiento del Salvador, y los segundos, provistos, unos de cayados y dos dé campestres instrumentos: la gaita gallega y la zampona, y otros llevando las primicias de sus rebaños, se indican unos á otros dónde se halla el anunciado por los ángeles.
En lo alto, sobre el banco de roca en que sabemos se abría la gruta, aparecen de un lado, los Reyes ó personajes^ distinguidos venidos de Oriente y su acompañamiento en número de once, todos á caballo, vestidos á la oriental y con estraños bonetes cónicos un poco retorcidos que. recuerdan un tanto los de Frigia, rodeados de turbantes, cuatro de los cuales tienen bandas colgantes en señal de distinción; de otro, al parecer los soldados de Herodes en númer o de quince capitaneados por un personaje, único que al turbante común á todos añade una banda como las descritas.
La actitud de todos, es de encontrarse de improviso. La indumentaria apenas se distingue de la ae sus perseguidos y tiene un marcado sabor bizantino por la abundancia de contarlos de perlas, etc., que adornan sus trajes. No llevan armas lo cual me hace pensar en que puede tratarse también de la corte de Herodes.
Dominando la complicada escena, y separado por un friso decorado de extrañas hojas en forma de palmetas, muéstrase sobre nubes el Padre Eterno, desprovisto de cabeza, con el globo en la mano, adorado de dos. ángeles arrodillados, y con sus manos juntas.
La banda de la izquierda ofrece la escena de la Anundación; el arcángel, rodilla en tierra, está delante de la Virgen, recostada en su reclinatorio y con los brazos cruzados.
Del pergamino, donde en forma de rollo,- según costumbre, tenía el arcángel escrita la embajada celestial, apenas queda nada. Presente á la escena vuelve á verse el Padre Eterno con el glo-- bo en la mano envuelto en nubes, en actitud de bendecir á la oriental con dos dedos extendidos.
En la banda opuesta vése la escena de la Circuncisión, donde el gran sacerdote, rodeado de San José y cinco personajes hebreos, presente la Virgen, acompañada á su vez de cinco mujeres, realiza la ceremonia de circuncidar al Niño, colocado sobre una especie de ara.
Como obra preparada para la exportación,, más bien que hecha por encargo, según sabemos era corriente por la historia de nuestras relaciones artístico-comerciales con los Países-Bajos en el siglo XV, la talla de este curiosísimo altar no. es todo lo fina y acabada que podía desearse. Con todo, su misma rareza en España le hace muy estimable,, pues son contados los altares portátiles esculturados por completo, mientras que los pintados abundan.
Entre las opiniones de los maestros á quienes he consultado sobre este monumento, me inclino á la que le supone producción belga y aún brabanzona, más bien que alemana, por más que algunas de sus figuras, p. e., la Virgen y San José, se asemejan á las obras de la escuela borgoñona y alemana.
Nótese el empeño que el escultor ha puesto en adornar el relieve central de manera que no quede parte libre de figuras, lo cual le da aspecto • de reproducción de un tapiz, como si su autor hubiera manejado indistintamente el pincel y el formón.
Como caracteres del arte brabanzón se advierte el realismo junto con alguna tosquedad, pero sin carecer de cierta elegancia y dignidad, sobre todo en los personajes principales. Los ángeles, por otra parte, recuerdan las pinturas de Van Eyck y otros pintores flamencos. Conocidas las frecuentes relaciones entre los puertos de la costa cantábrica y los países del Norte que llenaron nuestro país de productos de Flandes, se explica bien que se encuentre en Santibáñez, centro relativamente importante de comercio por su situación y por el número de mercaderes que siempre han salido de aquella villa, este pequeño altar adquirido para la ermita de las Eras, desde donde en el siglo pasado fué trasladado á la sacristía de la iglesia parroquial de la villa, donde actualmente se conserva.
LUCIANO HUIDOBRO, Pbro. Burgos, Agosto 1911.
La Iglesia de Santibañez-Zarzaguda
Siguiendo la carretera que de Burgos se dirige á Aguilar de Campóo, después de pasar por los pueblos de Quintanadueñas, donde hay hermosas tablas flamencas, un atril espléndido, como que hacía juego con el coro de la Cartuja, desde donde fué traído á este pueblo, y restos de un fastuoso palacio del Renacimiento; Arroyal, con bella iglesia del mismo estilo y una buena capilla, fundación de un magistral de Burgos; Mansilla, con ábside románico; Zumel, con histórico castillo-torre; Miñón, con soberbia portada del siglo XII, donde entre otras cosas están grabados los signos del Zodiaco; situada en fértil vega se halla la villa de Santibáñez Zarzaguda, cuyas glorias artísticas me propongo empezar á describir, comenzando por su iglesia en la cual se guarda el interesante tríptico.
La actual iglesia, construida, á lo que creo, á expensas ó con la ayuda del limo. Sr. D. E. Ignacio de Santibáñez, arzobispo de Manila, muerto en 1598, según reza un cuadro de la sacristía, de mediana ejecución, que reproduce su figura, es obra del siglo XVI en la que se aprovecharon muchos de los materiales de la antigua, ó de cierto convento, tal vez dedicado á San Juan, de donde el nombre de Santibáñez, particular que no he podido poner en claro hasta la fecha.
En la alta y graciosa torre de las campanas, sostenida sobre altos arcos que sirven de atrio, debajo de la esfera del reloj, hay un interesante apostolado del siglo XII, uno de los más bellos que se conservan en Castilla, acompañado además de tetramorfos, ó sean los cuatro animales simbólicos que figuran á los cuatro evangelistas.
La planta de este espacioso templo está formada por tres naves igualmente altas, de las cuales la mayor remata en espaciosísimo ábside exagonal con bóveda compuesta de numerosos nervios que van á unirse en hermosa clave.
Las laterales son desiguales entre sí, puesto que la del evangelio termina casi al nivel que la mayor, y la de la epístola es un poco más corta por ocupar su cabecera la sacristía.
Cruciformes pilares sostienen las tres bóvedas, de múltiples nervios que se cruzan, de que consta cada nave, además de las absidales, y es de notar, ante todo, el magnífico altar mayor ricamente estofado, obra del escultor Colindres.
En su cuerpo central se ostentan dos grandes alto-relieves que representan la Asunción de Nuestra Señora y su Coronación, cobijados por una especie de copete ó cuerpo saliente de tres compartimientos. A uno y otro lado del cuerpo central hay una serie de arquitos, en número de cinco, con imágenes talladas, y dos series de marcos con sus correspondientes relieves.
El arco central, detrás del tabernáculo, donde está la imágen del Patrono, San Nicolás, es de otro estilo posterior al altar, obra de las postrimerías del siglo XVI.
En el presbiterio hay un buen coro de nogal con cinco sillas á cada lado, de estilo del Renacimiento, anteriores á la actual iglesia, con buenos asientos, algunas figuras fantásticas y grotescas y cardinas en las bandas de separación. Sobre el coro un apostolado en pintura de mal gusto.
Son de notar las estatuas en piedra, del mismo estilo que las descritas de la torre, que adornan las paredes del presbiterio.
En la capillita en que acaba la nave del evangelio, parte conservada de la antigua iglesia con estilo del siglo XV, hay un arcosolio ó panteón abierto en la pared norte con una estatua yacente de clérigo y una cartela gótica con ángel tenante donde se lee: "aqui yase el cuerpo de Pero ernaes cura desta iglesia q Dios aja el q fiso esta Capilla a su costa y meción e dexo a los clérigos sinco fanegas de trigo cada año,,; debajo, con letra posterior, los clérigos agradecidos debieron grabar "murió año de mil y quinientos y dos,,. Requiescat in pace.
En el plinto del sepulcro, tosco ejemplar del ojival de fines del siglo XV, hay tres arcos de pabellón donde se observa la escena de la Anunciación, distribuida por este orden: ángel, jarrón de azucenas y la Virgen.
Dignas de especial mención son una pintura de un altar de esta nave inmediato á la capilla, que consiste en una cabeza de Ecce-Homo, de la Escuela española del siglo XVII, sumamente artística y algunas otras del siglo XV; éstas adornan un altar de la nave opuesta.
Retablo-Tríptico.
Está formado por un cuerpo central del cual penden, mediante goznes, los postigos que sirven para cerrarle junto con el remate conopial del primer cuerpo que puede doblarse.
Es de madera fuerte y va todo él estofado al estilo de los altares de Castilla de aquella época,, no obstante proceder de Brabante, según veremos.
La escena central reproduce, en alto relieve ordinariamente, la escena de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo en una cueva abierta de las cercanías de Belén, aprovechada para proporcionar un refugio á los viandantes y á sus bestias, con pesebres labrados en la misma roca, según costumbre general de Palestina.
En la cavidad aparecen la Santísima Virgen y San José, adorando la primera de rodillas y con las manos juntas al niño, y el segundo en actitud de contemplación. El Infante, una de cuyas piernas está mutilada, está en suelo esmaltado de flores.
A ambos lados de [la gruta aparecen ángeles y pastores, los primeros arrodillados con las manos juntas y expresando grande acatamiento al mostrarles desde los aires, el que les capitanea, el lugar del Nacimiento del Salvador, y los segundos, provistos, unos de cayados y dos dé campestres instrumentos: la gaita gallega y la zampona, y otros llevando las primicias de sus rebaños, se indican unos á otros dónde se halla el anunciado por los ángeles.
En lo alto, sobre el banco de roca en que sabemos se abría la gruta, aparecen de un lado, los Reyes ó personajes^ distinguidos venidos de Oriente y su acompañamiento en número de once, todos á caballo, vestidos á la oriental y con estraños bonetes cónicos un poco retorcidos que. recuerdan un tanto los de Frigia, rodeados de turbantes, cuatro de los cuales tienen bandas colgantes en señal de distinción; de otro, al parecer los soldados de Herodes en númer o de quince capitaneados por un personaje, único que al turbante común á todos añade una banda como las descritas.
La actitud de todos, es de encontrarse de improviso. La indumentaria apenas se distingue de la ae sus perseguidos y tiene un marcado sabor bizantino por la abundancia de contarlos de perlas, etc., que adornan sus trajes. No llevan armas lo cual me hace pensar en que puede tratarse también de la corte de Herodes.
Dominando la complicada escena, y separado por un friso decorado de extrañas hojas en forma de palmetas, muéstrase sobre nubes el Padre Eterno, desprovisto de cabeza, con el globo en la mano, adorado de dos. ángeles arrodillados, y con sus manos juntas.
La banda de la izquierda ofrece la escena de la Anundación; el arcángel, rodilla en tierra, está delante de la Virgen, recostada en su reclinatorio y con los brazos cruzados.
Del pergamino, donde en forma de rollo,- según costumbre, tenía el arcángel escrita la embajada celestial, apenas queda nada. Presente á la escena vuelve á verse el Padre Eterno con el glo-- bo en la mano envuelto en nubes, en actitud de bendecir á la oriental con dos dedos extendidos.
En la banda opuesta vése la escena de la Circuncisión, donde el gran sacerdote, rodeado de San José y cinco personajes hebreos, presente la Virgen, acompañada á su vez de cinco mujeres, realiza la ceremonia de circuncidar al Niño, colocado sobre una especie de ara.
Como obra preparada para la exportación,, más bien que hecha por encargo, según sabemos era corriente por la historia de nuestras relaciones artístico-comerciales con los Países-Bajos en el siglo XV, la talla de este curiosísimo altar no. es todo lo fina y acabada que podía desearse. Con todo, su misma rareza en España le hace muy estimable,, pues son contados los altares portátiles esculturados por completo, mientras que los pintados abundan.
Entre las opiniones de los maestros á quienes he consultado sobre este monumento, me inclino á la que le supone producción belga y aún brabanzona, más bien que alemana, por más que algunas de sus figuras, p. e., la Virgen y San José, se asemejan á las obras de la escuela borgoñona y alemana.
Nótese el empeño que el escultor ha puesto en adornar el relieve central de manera que no quede parte libre de figuras, lo cual le da aspecto • de reproducción de un tapiz, como si su autor hubiera manejado indistintamente el pincel y el formón.
Como caracteres del arte brabanzón se advierte el realismo junto con alguna tosquedad, pero sin carecer de cierta elegancia y dignidad, sobre todo en los personajes principales. Los ángeles, por otra parte, recuerdan las pinturas de Van Eyck y otros pintores flamencos. Conocidas las frecuentes relaciones entre los puertos de la costa cantábrica y los países del Norte que llenaron nuestro país de productos de Flandes, se explica bien que se encuentre en Santibáñez, centro relativamente importante de comercio por su situación y por el número de mercaderes que siempre han salido de aquella villa, este pequeño altar adquirido para la ermita de las Eras, desde donde en el siglo pasado fué trasladado á la sacristía de la iglesia parroquial de la villa, donde actualmente se conserva.
LUCIANO HUIDOBRO, Pbro. Burgos, Agosto 1911.