Entre las peñas de
Carazo y Cervera, al abrigo del
valle del
río Mataviejas, se encuentra el
pueblo que debe su nombre a su conocido
Monasterio: "Monasterio de
Santo Domingo de Silos". Lugar que no asentó su población urbana hasta el siglo VII. En El Siglo X, con la repoblación, el Monasterio se convierte en uno de los más destacados de Castilla, con las gracias concedidas por el Conde Fernán González, al permitirle superar las agresiones de Almanzor.
Gracias al Abad Santo Domingo, el monasterio prosperó y permitió lo mismo en la población a su amparo, recibiendo así, el lugar, el nombre de su gran impulsor.
Santo Domingo llegó a ser cabeza de Merindad, estando siempre su vida unida a la del monasterio, aglutinó gran poder en la Castilla religiosa y cultural
medieval. Cuenta con restos de
muralla del siglo XIII y de viviendas monacales de esa época, albergando también, una de las mejores colecciones de instrumentos musicales de
España. Un lugar, aún, para encontrar la paz.