“Según la
tradición oral transmitida por los monjes mayores a los jóvenes, la plantita originaria llegó en la década de 1890 desde el lejano
Canadá en el interior de una patata, como mejor manera de conservar la humedad en sus raíces. Otra anécdota monacal describe con detalle los esfuerzos del que fuera monje hortelano silense a finales del siglo XIX para evitar que las
cabras se comieran el
joven brote, incluso llegando a taparla con aulagas.”