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Edificio
Hay un templo pequeño, junto a una hospedería. La portada de la iglesia la hizo Nicolás de Vergara; en él, un altar con la imagen de la santa titular, esculpida por Diego de Siloé. También hay un camarín barroco, unos relieves góticos y exvotos.
Casilda la de las rosas
Hija del sultán de Toledo y nacida medio siglo antes de la conquista por Alfonso VIII, vivía la princesa ocultamente su cristianismo y se derramaba como un perfume de caridad entre los cautivos cristianos.
« Vino a Castilla, en precario con su salud, y se estableció a unos kilómetros de aquí, en un paraje de brío castellano, limpio y alto. Hay una carretera hasta el Santuario que la piedad ha levantado y la devoción a la Santa mantiene. Porque Casilda vive aún en el corazón de las gentes Burebanas. La rezan todas las madres y las novias. Es la santa de las flores y de los versos...»
La Tabera
Se trata de una rogativa que data de 1794, se celebra el martes anterior a la festividad de la Ascensión del Señor y consiste en una romería al Santuario cuyo incicio tiene lugar en la iglesia de San Martín de la ciudad de Briviesca participando autoridades y numerosos devotos. Por la tarde y noche, e incluso desde a víspera, se juega al popular juego de la taba, que mueve enormes cantidades de dinero, y en que participan habitantes de toda la zona, de toda la provincia y de otras provicnias cercanas, ya que su área de influencia se extiende de año en año.
El origen hay que buscarlo en la mentalidad medieval, donde el culto a las reliquias de santos y mártires constituía un hito fundamental en la religiosidad del momento. De esta forma, durante los siglos IX y X, en este entorno, unos anacoretas comenzaron a dar culto a las reliquias de San Vicente, el santo mártir de origen valenciano, sin que sea posible a fecha de hoy comprobar cómo llegaron dichas reliquias a estos parajes. La llegada de la virgen Casilda a los pozos de aguas marca un nuevo comienzo ya que, junto al Abad Domingo, refuerza la iglesia donde se veneraban las reliquias de San Vicente y en ella y en las grutas que se hallan debajo hacen vida en comunidad, continuando como centro devocional aún después de morir Casilda, cuando el Cabildo de la Catedral de Burgos recibe el espacio sacro en donación y deciden potenciar el culto en el mismo con la edificación de un sepulcro de trazas góticas donde se conservan los restos mortales de la Santa para su veneración en la gruta.

Tiempo después el Cabildo decide acometer la edificación de una nueva iglesia, debido a la creciente devoción hacia la Santa, y encarga el proyecto y ejecución a los hermanos Colonia, artistas que a la sazón trabajan en la catedral burgalesa. El templo, de reducidas dimensiones y de estilo gótico florido (predominante en el momento) es concluido en 1529, depositando las reliquias de la Santa en un nuevo sepulcro presidido por la escultura yacente de la virgen Casilda realizado por Diego de Siloé. De esta época es la portada, de un renacimiento temprano, obra del maestro Nicolás de Vergara.

En 1703 un vendaval arrasó la iglesia provocando grandes desperfectos, hasta el punto que fue necesario una remodelación a fondo del pequeño templo, y de ahí su actual aspecto barroco que desplaza al primitivo estilo constructivo gótico a pesar de conservar determinados elementos, como los arcos formeros. La portada se enriquece y se levanta la espadaña actual de dos cuerpos.