Recuerdo que cuando llegué a
Sedano, aquél 24/3/07, hacía frío, pero por dentro sentía un calor inmenso por encontrarme con mi
pueblo homónimo, había una humedad persistente, el riachuelo Sedanillo corría por debajo de una
casa, dos vecinas conversaban como detenidas en el tiempo, entramos a tomar un café en un
bar de encuentro de cazadores a juzgar por las
fotos. Fue todo fantástico.